¿Qué sucede cuando un organismo creado para unir a los cerebros más brillantes del mundo se convierte en otro campo de batalla ideológico? La Academia Mundial de Ciencias, conocida en inglés como TWAS, fue fundada en 1983 en Trieste, Italia, con el propósito de promover la capacidad científica y la excelencia en países en desarrollo. Bajo una premisa tan noble, parecería ser una organización intachable, ¿verdad?
Pues, no tan rápido. Esta academia, patrocinada nada menos que por la UNESCO, ha atraído a mentes de todo el mundo para que se centren no solo en la ciencia pura, sino también en las problemáticas sociales. ¿Y qué ocurre cuando mezclas ciencia y política? Exactamente, desde la contaminación del cambio climático hasta estudios de género, las prioridades a menudo se mueven de la investigación objetiva a la narrativa ideológica.
TWAS tiene como misión apoyar a investigadores, becarios y científicos de países en desarrollo. A pesar de su impresionante envergadura y recursos, con subsidios y premios que se otorgan anualmente, uno no puede dejar de preguntarse: ¿realmente están apoyando a la mejor ciencia o avanzan agendas políticas encubiertas? Mil millones de dólares aquí y allá pueden sonar muy bien, pero donde está el dinero, a menudo hay intereses ocultos que buscan sesgar la ciencia.
La academia también tiene un enfoque interesante hacia lo que denomina "ciencia inclusiva", que a menudo puede interpretarse como un trampolín para ideologías que crucifican los hechos duros y fríos en nombre de lo políticamente correcto. ¿No sería más efectivo simplemente fomentar un entorno donde la mejor idea científica gane, sin importar qué corriente ideológica tenga detrás?
La cuestión de la representación también aparece en escena, pero desde una perspectiva inquisitiva. Con el afán de construir puentes, la academia ha celebrado alianzas y colaboraciones con organizaciones de los más diversos credos y retratos culturales. Sí, es cierto que 'la diversidad enriquece', pero solo si se vacía de la filtración de narrativas infladas.
Dentro de esta organización, los premios y honores no son cualquier baratija, sino poderosas herramientas que, bien utilizadas, podrían motivar a verdaderos talentos a desarrollarse. Sin embargo, existe una delgada línea entre empoderar a los científicos y priorizar una agenda internacionalista que emana desde el oeste ideológico. Esto puede entorpecer, en lugar de ayudar, el avance de la ciencia sólida que algunos países en desarrollo tanto necesitan.
La tecnología también juega un papel importante en la TWAS, que se encarga de facilitar avances a través de redes móviles y plataformas digitales. Pero, con contornos que a menudo confunden inversión tecnológica con elecciones políticas, ¿dónde podemos situar la verdadera excelencia científica? ¿Ha sido el progreso científico un rehen de presupuestos inflados que pocos quieren auditar?
A través de los años, la interacción global de TWAS, con eventos y conferencias en varias partes del mundo, podría demarcar un camino hacia una mejor colaboración o socavar la verdadera libertad de pensamiento científico. En lugar de facilitar un intercambio real y en igual medida, podría inclinar la balanza a favor de aquellos que promulgan ideologías de moda.
Entonces, el público informado tiene la obligación de preguntar: ¿esto beneficia a aquellos que más lo necesitan o es solo otro peón del juego político internacional? Sea cual sea tu posición, es difícil ignorar que cuando se trata de ciencia, deberíamos estar minimizando los filtros ideológicos y no alimentándolos.