Prepárate para un viaje interestelar que ni el mismísimo Elon Musk podría haber imaginado. Estamos hablando de HD 164595, una estrella a unos 94 años luz de distancia en la constelación de Hércules. Pero ¿qué tiene de especial esta bola de gas? ¡Ah, pues un misterioso ‘ping’ que capturó la atención de astrónomos y conspiradores por igual! Corría el año 2015 cuando un radiotelescopio en Rusia, específicamente el RATAN-600, detectó una señal de radio de alta frecuencia viniendo de la dirección general de esta estrella. Inmediatamente, la comunidad científica y aficionados a los extraterrestres comenzaron a frotarse las manos y teorizar sobre vida alienígena.
Es evidente que HD 164595 ha capturado la imaginación por la sencilla razón de que cualquier noticia de vida extraterrestre tiene la capacidad de incentivar tanto el sueño americano como el «pesadilla liberal». Cuando hablamos de posibles alienígenas, no hay tontería alguna en nuestros ojos. Mientras algunos prefieren perderse en sueños de utopías cargadas de recursos ilimitados y paz universal, es posible que otros piensen en la protección de nuestras fronteras interplanetarias. Es fundamental entender que la razón por la que esta señal causó tanto alboroto no es simplemente su existencia, sino su origen potencialmente tecnológico. Permíteme recordarte que no todos en el mundo tienen las agallas para enfrentar la realidad de que no somos el centro del universo. No, no es paranoia, es realismo.
Algunos dicen que podría ser simplemente una interferencia, algún tipo de ruido cósmico. Pero, hey, si asumimos que todo es simplemente una casualidad, ¿entonces cómo explicamos nuestra propia existencia en este universo paradójico? Muchas mentes académicas estadounidenses vieron esta señal como una posibilidad válida de ser un intento de comunicación de una civilización avanzada. Imagínalo como el equivalente cósmico a una comadre sending you a text: “¿Estás ahí?” Ciertamente, prefirieron recibir ese mensaje en un Nokia, pero aquí estamos traduciendo señales en lugar de palabras.
Por otra parte, si profundizamos un poco más, encontrarás que HD 164595 no es solo una estrella aleatoria sino que también tiene un planeta confirmado orbitando, similar a Neptuno. Este planeta, llamado HD 164595b, es un gigante gaseoso que lo hace menos hospitalario para la vida tal como la conocemos. Esto podría implicar que si hay vida o artefactos tecnológicos allá, quizás tengan un plan B para encontrar un terreno más propicio; ya sabes, como hacer un viaje al Área 51 en busca de más respuestas.
Una de las críticas más fuertes contra la noción de que esta señal era un mensaje alienígena proviene de la falta de repetición. Hasta la fecha, esta misteriosa señal no ha vuelto a detectarse, lo que inevitablemente deja margen para los escépticos. Sin embargo, quizá deberíamos preguntarnos por qué tan rápidamente algunos se apresuran a descartar la posibilidad de vida extraterrestre. ¿Tiene el ser humano un complejo de superioridad tan enorme que no puede concebir la presencia de otra inteligencia en el universo?
Pero aquí está la cuestión. Si efectivamente es una señal de hermanos cósmicos intentando dar un toque, ¿no deberíamos poner de nuestra parte para escuchar antes de cerrar la comunicación? En un mundo donde muchos prefieren creer que el diálogo y el entendimiento intercultural son útiles sólo aquí en la Tierra, estas señales podrían tener otro tipo de importancia. No todo es cuestión de intentar sanar las divisiones humanas; hay un universo entero allá afuera que también requiere nuestra atención. Si esto lleva a algunos a replantear sus prioridades, pues que así sea.
Hasta que se realicen más estudios y se obtengan más señales para evaluar, HD 164595 continuará viviendo en el reino de las conjeturas y sueños. Esperemos que, cuando llegue el momento, estemos listos para darle la bienvenida a cualquier contacto precavido que pueda surgir del espacio. Mientras tanto, aquellos de nosotros que estamos conscientes de la enorme posibilidad –y responsabilidad– a la que podríamos enfrentarnos, mantenemos un ojo en el cielo y oídos abiertos a las estrellas.