Si hay algo más impresionante que un espectáculo celestial, es el rechazo de algunos a apreciar los hechos científicos que nos rodean. En enero de 2019, el cielo nocturno ofreció un espectáculo que habría fascinado incluso al más escéptico: un eclipse lunar total. Este fenómeno, conocido como la 'Superluna de Sangre de Lobo', ocurrió en la madrugada del 20 al 21 de enero de 2019, visible desde América del Norte y del Sur, Europa y partes de África oriental. Un evento astronómico que invita a los curiosos a mirar hacia el firmamento y a los que prefieren ignorar a volverse hacia la política en busca de otros argumentos.
El interés global por el eclipse fue abrumador. ¿Quién no querría observar cómo la luna llena se sumió en una sombra rojiza bajo el resplandor de la Tierra? Durante ese oscuro e inquietante evento, millones de personas se detuvieron un momento para contemplar la maravilla. Claro está, la luna no se convirtió literalmente en sangre, sino que se tiñó de un tono rojo debido a la refracción de la luz por parte de la atmósfera terrestre. Es el tipo de magia que ocurre cuando el sentido común se alinea con una curiosidad sana.
Este eclipse lunar fue particularmente especial por varias razones. En primer lugar, se trataba de una superluna, lo que significa que la luna estaba en su punto más cercano a la Tierra en su órbita elíptica, lo que la hacía lucir más grande y brillante de lo habitual. Además, con su proximidad, su resplandor rojo durante el eclipse fue aún más llamativo. Todos estos ingredientes cósmicos se combinaron, dándonos un fenómeno celeste memorable. Pero en un mundo donde la ciencia se cuestiona por caprichos políticos y no por evidencia, aun estos eventos pueden ser fuentes de controversia.
Y hablando de controversias, uno no puede ignorar el impacto cultural que tienen estos fenómenos astronómicos. Algunos podrán verlos como simples oportunidades educativas, otros podrían buscar significados místicos o agoreros, pero no falta quien trate de usar tales eventos para sus propios fines ideológicos. Un dato curioso es que este eclipse fue calificado como la última superluna de 2019 que podía observarse en su totalidad desde Norteamérica, generando una histeria renovada entre los que intentan explicar cada giro del universo como un presagio o una señal de cambio inminente.
Claro, mientras algunos se esforzaron por captar cada selfie imaginable con el telón de fondo perfecto, otros centraron sus esfuerzos en señalar lo desatinado de mezclar creencias infundadas con eventos científicos. La mezcla de interés genuino y el imaginario popular a menudo bordea la línea entre el asombro y la pseudociencia. Esto no es de extrañar en una época donde las fake news inundan las plataformas digitales y las fabricaciones fantasiosas a veces parecen más apetecibles que los hechos reales.
El recorrido del eclipse total, visible en su máximo esplendor a las 12:16 AM en la costa este de América del Norte, fue una ocasión perfecta para reavivar el debate sobre la importancia de la ciencia frente al escepticismo y la incredulidad. Si bien este espectáculo natural no cambiará de repente las creencias de quienes prefieren las viejas supersticiones a las figuras respaldadas por la ciencia, sí sirvió para que las familias salieran al aire libre y disfrutaran juntas de la maravilla del universo.
Pocos asuntos son tan universales como mirar al cielo. Sin embargo, a menudo parece que el interés por estos eventos estelares choca con el inevitable fervor del momento, llevado a cabo por aquellos que buscan negar el conocimiento comprobado bajo el disfraz de nuevas ideologías. Afortunadamente, hay quienes logran separar la fantasía de la información confiable y apreciar estos fenómenos tal como son: un recordatorio de nuestra pequeñez en el vasto y complejo cosmos.
La cobertura mediática de esta Superluna de Sangre de Lobo no solo fue un tributo al fenómeno en sí, sino también a la capacidad de la humanidad para mirar más allá de las disputas terrenales y encontrar puntos comunes en algo que sobrepasa nuestros problemas inscritos en agendas terrenales. Ya sea que usted crea que todo esto es solo otro ciclo del eterno movimiento celestial o un mensaje oculto del cosmos, lo innegable es que el eclipse lunar de enero de 2019 fue un espectáculo que capturó nuestra imaginación y dejó una huella imborrable en quienes tuvieron la fortuna de observarlo.
Tal vez la próxima vez que un fenómeno así ocurra, logrará abrir los ojos de aquellos que todavía se resisten a la fascinación por lo asombroso de nuestro universo, sin embargo, siempre habrá un grupo que prefiera mirar hacia abajo en lugar de hacia el cielo.