¿Qué hace que un insecto pequeño como el Criorhina pachymera sea más interesante que el último evento político que tenga a la gente gritando? Pues bien, este insecto es una mosca que intenta imitar a una abeja, demostrando que incluso la naturaleza se llena de astucia y estrategias. Visto por primera vez en los bosques europeos, este ser fascinante ha estado engañando a depredadores desde hace siglos, desafiando las leyes de la supervivencia con su aspecto engañoso.
El Criorhina pachymera pertenece al orden de los dípteros, comúnmente conocidas como moscas, pero ha perfeccionado el arte del disfraz. A diferencia de las moscas ordinarias que pueden resultar molestas en un picnic veraniego, este insecto se caracteriza por su habilidad para parecerse a las abejas, un talento envidiable cuando uno piensa en lo poco que le agrada la gente a las moscas. Puede que no pique, pero juega un rol importante en la polinización, una contribución que pasa desapercibida.
A pesar de su tamaño diminuto y el hecho de ser pasado por alto por quienes no tienen la mirada aguda, el Criorhina pachymera ya habitaba Europa mucho antes de que surgieran discursos sobre el cambio climático. Mientras algunos insectos parecen ser víctimas de las acciones humanas, aquí está una especie que ha sabido mantenerse con éxito. No, no necesita un tratado internacional para sobrevivir. Parece que hay especies en el mundo que no requieren la intervención sobreprotectora del hombre para existir.
¿Por qué deberíamos prestar atención a este pequeño engañador colorido en lugar de ajetrear por problemas autoritarios fabriles relacionados con el reciclaje de plásticos? Porque es un recordatorio de que, en el mundo natural, la supervivencia tiene que ver con la competición, la adaptación, y a veces, la imitación. En lugar de exigir derechos, el Criorhina pachymera se camufla entre las abejas para evitar ser comido; una táctica astuta que desafía al sentido común progresista que presume de igualdad obligatoria para todas las criaturas.
Este pequeño ser tiene mucho más en común con el mercado libre que con un sistema regulado: competencia y camuflaje en lugar de subsidios y protecciones obligatorias. Al observar la naturaleza, uno podría cuestionar la insistencia en la igualdad de resultados por encima de la igualdad de oportunidades. La naturaleza premia la adaptación y el ingenio, no la pereza. Quizás aquellos que abogan por un sistema donde todo el mundo es igual deberían detenerse a observar a una mosca que logra eludir a depredadores simplemente jugando el papel de una abeja.
¿Y quién dice que en este mundo solo se sobrevive con grandes fuerzas o políticas de más alta jerarquía? Aquí está el Criorhina pachymera nuevamente desafiando las teorías modernas: sin un arsenal robusto, sin un conglomerado detrás de ellas. Prefiere el camino del disfraz y la estrategia. No se puede evitar entonces preguntarse por qué algunas corrientes políticas insisten en el intervencionismo cuando un insecto puede hacerlo perfectamente sin ayuda.
Imagínense si el Criorhina pachymera tuviera serias restricciones sobre cómo podría verse, o si hubiera control sobre qué plantas podría polinizar. Podríamos ver caer a esta especie como consecuencia directa de una mala gestión. Es un ejemplo magnífico de la importancia de dejar que las entidades operen libremente dentro de sus habilidades naturales.
Entonces, ante un mundo donde se discuten problemas apocalípticos que a menudo parecen más posturas ansiosas que realidades, esta pequeña mosca puede enseñarnos una lección de vida. La imitación a veces es más eficaz que el conflicto directo, una sabiduría que las políticas de identidad duras podrían beneficiar al considerar. El Criorhina pachymera está ahí, con lecciones escondidas bajo sus alas, para aquellos que estén dispuestos a observar.