Sanar es Difícil: Un Viaje Atravieso

Sanar es Difícil: Un Viaje Atravieso

Sanar es difícil, un proceso que no sigue una regla fija. Cada persona enfrenta su dolor a su manera, y el camino nunca es sencillo ni idéntico.

KC Fairlight

KC Fairlight

Sanar es un viaje complicado. No es como en las películas donde todo se resuelve con un monólogo inspirador y un abrazo. Es un proceso personal lleno de altos y bajos, algo que no siempre se comprende desde fuera.

Pensar en la sanación como un punto final es una idea incorrecta. No existe un destino donde, mágicamente, todo el dolor desaparece. Es más bien un viaje infinitamente complejo que nunca es igual para dos personas. Las experiencias que nos hieren son múltiples y variadas; lo mismo ocurre con nuestra forma de curarnos. La sanación requiere tiempo, paciencia y una dosis considerable de valentía.

Parte de lo complicado de sanar en este mundo actual y agitado es la presión constante de mostrarse fuerte. La sociedad a menudo nos anima a "aguantar", a no mostrar debilidades, como si el dolor no tuviera cabida en nuestro día a día. Esta mentalidad puede ser sofocante e impedir el progreso de quienes necesitan espacio para sentir y afrontarse con su dolor.

Sin embargo, reconocer que la sanación es difícil puede ser liberador. Aceptar que está bien no estar bien, que está bien pedir ayuda y que está bien sentir tristeza es esencial. Hablar sobre nuestras luchas también se convierte en un acto valiente de resistencia contra un sistema que propugna la felicidad instantánea y superficial.

La terapia, a menudo desacreditada, es en verdad una herramienta poderosa para muchos. No siempre es un camino recto ni cómodo. En el contexto latinoamericano, muchas veces el tema de la salud mental es tabú, algo que se debe ocultar o no tomar en serio. Sin embargo, poco a poco, más jóvenes de la generación Z están rompiendo con estos estigmas, abriendo conversaciones que antes eran impensables en sus casas o círculos íntimos.

Es importante mencionar las críticas válidas: la falta de acceso a servicios de salud mental y lo costoso que puede ser encontrar tratamiento adecuado. Vivimos en un sistema que a menudo no prioriza el bienestar mental, dejando a muchas personas sin el apoyo necesario. Esto debe cambiar, y la voz de la generación Z puede ser fundamental para exigir políticas más inclusivas y accesibles.

También está la perspectiva de quienes creen que "sanar es fácil" si uno lo quiere verdaderamente. Esta postura ignora la diversidad de experiencias humanas. Para algunos, sanar puede ser un viaje más ligero, pero para muchos otros, puede ser un proceso lleno de obstáculos. No es justo medir todos con la misma vara ni presionar a otros a seguir el mismo camino.

Sanar, difícil como es, vale la pena. Cada paso cuenta, incluso los retrocesos. El viaje en sí mismo nos enseña más sobre nuestra capacidad de resiliencia, sobre qué es lo que realmente importa, y cómo cuidarnos mejor, a nosotros mismos y a quienes amamos. Cambiar la narrativa en torno a la dificultad de sanar nos puede ayudar a crear comunidades más comprensivas, con menos juicio y más apoyo.

Es necesario derribar la imagen idealizada de la fortaleza sin mácula, porque lo que realmente refleja fuerza es aceptar nuestras vulnerabilidades y esforzarse cada día por afrontarlas. Para la generación Z, este entendimiento puede ser una herramienta poderosa para construir un mundo más empático, más paciente, y más humano.