Isaac Newton: El Genio Secreto del Ocultismo

Isaac Newton: El Genio Secreto del Ocultismo

Isaac Newton, famoso por sus leyes científicas, también exploró el ocultismo intensamente, reflejando la complejidad de su curiosidad durante el siglo XVII.

KC Fairlight

KC Fairlight

Isaac Newton, al que reconocemos principalmente por su manzana y la famosa ley de la gravedad, tenía secretos más oscuros ocultos en sus escritos. Nacido en 1642, este físico y matemático inglés es conocido por su trabajo revolucionario en la ciencia, pero pocos saben que también se interesaba profundamente por el ocultismo. Durante su vida, Newton se dedicó al estudio de escritos alquímicos, profecías bíblicas y otras disciplinas esotéricas.

¿Por qué alguien tan adelantado a su tiempo, un individuo que sacudió el mundo con sus leyes de movimiento, podría interesarse en lo que hoy consideraríamos superstición? La respuesta está parcialmente en la época. En el siglo XVII, los límites entre ciencia, religión y filosofía no eran tan claros como los vemos ahora. Newton vivió un periodo de transición en el que la alquimia se consideraba una ciencia legítima. Para él, los misterios del universo no terminaban en el mundo físico observable; también estaban inscritos en las creencias místicas y teológicas.

Muchos de los escritos de Newton sobre alquimia y teología permanecieron ocultos del público durante mucho tiempo, ya que no encajaban con su imagen de científico racional. Algunos de sus trabajos más curiosos incluyen interpretaciones de la Biblia en busca de códigos secretos y la práctica de la alquimia, a la que dedicó casi tres décadas. Sin duda, estaba obsesionado con la idea de la piedra filosofal, una sustancia mítica que se decía que podía convertir el metal en oro y otorgar la inmortalidad.

Un descubrimiento clave fue la investigación de Newton sobre el misticismo bíblico. Creía que el Antiguo Testamento contenía mensajes cifrados del fin del mundo. Analizó libros como Daniel y Apocalipsis para obtener pistas sobre futuros eventos proféticos. Esta tarea no era meramente religiosa, sino que buscaba extraer patrones matemáticos y cronológicos para predecir el futuro, fusionando sus habilidades científicas con sus creencias religiosas.

Para la generación más joven, es interesante considerar cómo un genio de tal magnitud pudo dedicarse a algo a lo que hoy día apenas prestamos atención sino es para entretenimiento. También habla de la naturaleza humana: incluso las mentes más brillantes pueden sentir la atracción por lo desconocido y lo inexplicado. En lugar de verlo como un defecto, quizás es una muestra de su curiosidad insaciable.

En un contexto socio-político donde la ciencia y la religión a menudo chocan, Newton es un recordatorio de que en una época incluso los científicos buscaban respuestas en todas partes posibles, uniendo el misticismo con el racionalismo. Aunque algunos podrían considerar sus estudios esotéricos como una pérdida de tiempo o incluso una mancha en su legado, otros argumentarían que estos trabajos nos muestran una faceta más humanitaria y compleja de su ser.

Lo fascinante también es ver cómo el ocultismo, en cierta medida, impulsó a Newton hacia descubrimientos genuinamente científicos. La búsqueda de la «solutio» perfecta en el filósofo era, de alguna manera, una búsqueda de conocimiento universal. Aspira a una comprensión total del cosmos que incluía lo tangible y lo intangible.

Respecto a lo ético y moral, uno podría cuestionarse si Newton habría mantenido los mismos intereses de haber vivido en otro tiempo o contexto. En un mundo donde la ciencia y la religión a menudo están en desacuerdo, Newton se coloca como un mediador, una mente abierta que exploró todas las posibilidades. Incluso hoy, algunos consideran la alquimia y estudios similares como pseudociencias, pero también podrían verse como foros de pensamiento e innovación para su tiempo.

Isaac Newton es un ejemplo asombroso de cómo la línea entre ciencia y misticismo alguna vez fue delgada y permeable. Guiado por su sed de descubrimiento y su exploración de lo oculto, Newton nos deja un legado que es tanto un testamento de la razón como del misterio. Quizás la lección más valiosa que podamos aprender de sus estudios esotéricos es mantener una mente abierta y curiosa frente a lo desconocido, permitiendo que incluso las ideas menos convencionales impulsen el avance del conocimiento humano.