¡La locura de la izquierda: el caso de la estatua de Cristóbal Colón!

¡La locura de la izquierda: el caso de la estatua de Cristóbal Colón!

El debate sobre la eliminación de estatuas de figuras históricas como Cristóbal Colón refleja la tensión entre preservar la historia y abordar su legado controversial.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

¡La locura de la izquierda: el caso de la estatua de Cristóbal Colón!

En octubre de 2020, en la ciudad de Los Ángeles, un grupo de activistas decidió que era una buena idea derribar la estatua de Cristóbal Colón. ¿Por qué? Porque, según ellos, Colón es el símbolo de todo lo malo que ha pasado en América. Este evento se llevó a cabo en el famoso Grand Park, un lugar que debería ser de paz y reflexión, no de vandalismo. La razón detrás de este acto es la creencia de que Colón representa la opresión y el colonialismo, y por eso, su figura debe ser eliminada del espacio público. Pero, ¿realmente es necesario borrar la historia para avanzar?

Primero, hay que entender que Cristóbal Colón es una figura histórica compleja. No fue un santo, pero tampoco fue el demonio que algunos quieren pintar. Su llegada a América en 1492 cambió el curso de la historia mundial. Sin embargo, en lugar de reconocer su papel en la historia, algunos prefieren destruir su legado. ¿Qué sigue? ¿Quemar libros de historia que no se alineen con su visión del mundo?

Segundo, este tipo de acciones no solo son un ataque a la historia, sino también a la libertad de expresión. Vivimos en una sociedad donde se supone que todas las voces deben ser escuchadas, pero parece que solo algunas tienen el derecho de serlo. Si no estás de acuerdo con la narrativa dominante, prepárate para ser silenciado. ¿Es este el tipo de sociedad que queremos?

Tercero, el derribo de estatuas es solo el comienzo. Hoy es Colón, mañana podría ser cualquier otra figura histórica que no se ajuste a los estándares modernos. ¿Deberíamos juzgar a las figuras del pasado con los valores del presente? Si seguimos por este camino, no quedará nada de nuestra historia. Y sin historia, no hay identidad.

Cuarto, este tipo de actos son una distracción de los verdaderos problemas que enfrentamos. En lugar de centrarse en mejorar la educación, la economía o la seguridad, algunos prefieren gastar su energía en destruir estatuas. ¿No sería más productivo trabajar juntos para encontrar soluciones reales a los problemas actuales?

Quinto, la eliminación de estatuas no cambia el pasado. La historia no se borra simplemente porque decidamos ignorarla. En lugar de destruir, deberíamos aprender de ella. Las estatuas pueden servir como recordatorios de lo que hemos logrado y de lo que aún queda por hacer.

Sexto, este tipo de acciones dividen más de lo que unen. En lugar de fomentar el diálogo y la comprensión, crean más polarización. ¿No deberíamos estar trabajando para unirnos como sociedad, en lugar de dividirnos aún más?

Séptimo, la historia es compleja y está llena de matices. No todo es blanco o negro. Al destruir estatuas, estamos simplificando una narrativa que es mucho más rica y compleja de lo que algunos quieren admitir.

Octavo, el vandalismo nunca es la respuesta. Hay formas más constructivas de expresar desacuerdo y de promover el cambio. El diálogo, la educación y el entendimiento son herramientas mucho más poderosas que la destrucción.

Noveno, al final del día, la historia no se puede cambiar. Podemos aprender de ella, podemos debatir sobre ella, pero no podemos borrarla. Y al intentar hacerlo, solo estamos negándonos a nosotros mismos la oportunidad de crecer y aprender.

Décimo, es hora de dejar de lado las ideologías y centrarse en lo que realmente importa: construir un futuro mejor para todos. Y eso solo se logra reconociendo y aprendiendo del pasado, no destruyéndolo.