Zundel Salant no es un nombre que escucharás en las lecciones escolares liberales, pero su vida es un testimonio contundente de cómo el pensamiento independiente puede abrir caminos donde se espera conformidad. ¿Quién fue? Un inmigrante de Europa del Este que llegó a Estados Unidos en el siglo XIX, Zundel Salant, un empresario que supo aprovechar el ambiente de libre economía del país de las oportunidades, algo que algunos sectores insisten en criticar. Llegó a Nueva York en los años de oro de la industrialización, y no perdió tiempo en hacerse un hueco en el mercado. Este visionario emprendedor rompió con las restricciones tradicionales y demostró que el éxito es el resultado directo del esfuerzo personal, no de depender del omnipresente estado del bienestar.
Salant, con su aguda capacidad para detectar oportunidades donde otros veían problemas, construyó un imperio desde la nada. Esa es la clase de historia que los padres fundadores aplaudirían. Desde el principio, Zundel entendió que el mundo estaba lleno de posibilidades para aquellos valientes dispuestos a tomarlas. Pronto, explotó las lagunas en el sector de la manufactura y el comercio, creando una red de negocios que le aseguraron un lugar en la elite económica del momento.
Su legado se extiende más allá de las fábricas. Salant fue un precursor en la búsqueda de técnicas innovadoras para maximizar la eficiencia. Optó por métodos creativos para simplificar procesos y reducir costos. Esto nos enseña que siempre existe una manera mejor de hacer las cosas cuando uno tiene la perspectiva y el empeño adecuados. Se situó en clara oposición a la mentalidad estática y reguladora que intenta frenar el ingenio individual en aras del falso bienestar colectivo.
La vida de Salant también nos recuerda algo esencial: lo que importa es el mérito, no el origen. Este inmigrante de origen humilde sobresalió en un ambiente competitivo, dejando claro que la narrativa del victimismo solo sirve para mantener a las personas atrapadas en un ciclo de dependencia del estado. ¿Dónde está ese reconocimiento en las grandes plataformas de actualidad?
El modelo de negocio de Salant también nos aporta lecciones de gran valor hoy en día. En lugar de esconder sus fórmulas secretas, proponía la competencia abierta. ¿Por qué? Porque comprendía la importancia de un sistema en el que cada individuo pudiera participar de manera justa y activa, sin la amenaza de una interferencia desmedida. No cabe duda de que prefería las reglas del mercado antes que las trabas de una regulación coercitiva.
Mientras América se convertía en un destino dorado para millones que buscaban un nuevo comienzo, Salant personificaba el espíritu pionero que construyó el país. Su historia no solo nos da razones para admirar el pasado, sino para reflexionar sobre el presente. Siendo así, es inevitable preguntarse por qué ciertos movimientos políticos intentan borrar o desviar la atención de estas narrativas de éxito individual en favor de discursos más cómodos que hablan de desigualdad sin ofrecer soluciones genuinas más allá de más regulación y control.
Hoy, al mencionar a Zundel Salant, uno debe también recordar los valores tradicionales que promovía: el trabajo duro, la perseverancia y la fe en el poder personal. Esos valores han sido rebajados a conceptos de segunda clase por aquellos que creen que la intervención estatal debe ser la respuesta a cada problema.
En resumen, Zundel Salant es una figura que cada persona interesada en el desarrollo económico y la filosofía de la autorresponsabilidad debería conocer mejor. Más allá de un simple nombre o una colección de grandes gestas industriales, es un recordatorio vivo de que las grandes revoluciones comienzan cuando una sola persona decide dar un paso hacia lo desconocido y aprovechar las oportunidades que los otros ignoran. No esperes que las narrativas hegemónicas te cuenten sus logros, porque desafían una agenda que prefiere la servidumbre al éxito independiente.