¿Quién no recuerda a Yusuke Urameshi, el rebelde adolescente que tuvo la osadía de morir salvando a un niño? "YuYu Hakusho", creado por Yoshihiro Togashi, revoluciona el mundo del anime desde 1990, cuando explotó en Japón antes de infiltrarse en América a través de las ondas de Toonami, es un verdadero clásico que desafía el tiempo y las cabezas de quienes buscan lo "políticamente correcto". No es solo una historia de otro "bad boy" convertido en héroe. Feastén sus ojos en un mundo donde los demonios y los humanos colisionan, y donde Yusuke se convierte en detective espiritual para solventar este desastre paranormal. Aunque se supone que es una historia sobre fantasmas, YuYu Hakusho demuestra ser un pelotazo que ni siquiera los liberales de manual pueden ignorar completamente.
Empecemos por el valor de la amistad, un tema omnipresente en "YuYu Hakusho". Después de todo, Yusuke no es el típico protagonista altruista de anime que actúa meramente por el bien común. Su amistad con Kuwabara, Hiei y Kurama está forjada por emociones reales, conflictos incluidos, y es evidente para los espectadores que el honor y la lealtad son lo que une a este heterogéneo grupo contra enemigos aparentemente invencibles. Aquí, la fuerza proviene de la unidad auténtica, algo que en el mundo real a veces se olvida en medio de discursos fracturantes.
Luego, está Genkai, la mentora gruñona pero sabia de Yusuke, quien demuestra que se puede ser mayor y aún así sorprender con destrezas alucinantes. En un mundo donde la juventud se idolatra por razones superficiales, Genkai es un recordatorio conmovedor de que la experiencia y la sabiduría pueden superar la energía desenfrenada de cualquier chaval. En un tiempo donde la iconoclasia es moda, Genkai representa el equilibrio entre la tradición y la modernidad.
Hablemos de los valores de "YuYu Hakusho": no todo es blanco y negro. Yusuke es un adolescente complicado, un "chico malo" con una brújula moral más sólida que muchos perfiles de redes sociales. Es audaz, levanta la voz cuando algo no le cuadra, y no está dispuesto a dejar que nadie controle su destino. ¡Qué mejor forma de trazar un camino que define al verdadero protagonista del nuevo milenio!
Algún punto clave que no podemos pasar por alto es el narrativo Torneo de las Artes Marciales Oscuras, donde los personajes masculinos compiten por pura fuerza y destreza, y aunque hoy en día sería etiquetado como un ejemplo tóxico de masculinidad, en realidad juega con la idea de los combates entre la bravura física y los elementos estratégicos de una competición. No se trata solo de tener músculos; se trata de una combinación de cerebro y fuerza, una lección que parecería haberse diluido en el discurso de la corrección política.
Kurama y Hiei representan la complejidad del "otro" en su forma más pura. Ambos son demonios, pero a través de sus acciones, vemos la dualidad de su naturaleza: la lucha interna entre sus instintos demoníacos y las nuevas lealtades y amistades que han formado. Cuando la diversidad se examina sin prejuicios, se revela su auténtica belleza. Además, bajo la superficie de este mundo espiritual (sin necesidad de discursos altisonantes sobre inclusión) se encuentran lecciones genuinas sobre aceptación y comprensión por la diferencia, enseñadas sin escándalo ni polémica.
Finalmente, el público, que va desde adolescentes audaces hasta adultos nostálgicos, encuentra en Yusuke un héroe defectuoso, pero real. Yusuke nunca trata de ajustar sus elecciones a las normas como el político correcto que trata de complacer a todo el mundo, un enfoque directamente opuesto a lo que muchos anhelan hoy. El valor de "YuYu Hakusho" no radica en predicar moralismos simplistas, sino en trastocarlos y presentarlos como parte de una sociedad donde lo sobrenatural y lo mundano no son tan diferentes. Un recordatorio impresionante y provocador para quienes aún están despiertos.