Si buscamos a un líder religioso que hiciera caso omiso de la corrección política, Wigmund es una opción perfecta. Este arzobispo de York, cuya existencia es un eco del siglo IX, dejó un legado que desafiaría a muchos de los liberales actuales. Nacido en una época indomable para el Reino Unido, Wigmund gobernó York desde aproximadamente el año 837 hasta su muerte alrededor del 854. Fue un tiempo donde ser líder no significaba adaptarse a las tendencias imperantes, sino moldearlas hacia ideales inamovibles, tal como lo hizo vigorizado por sus firmes creencias.