W. (película): Cuando Hollywood se atrevió contra el poder

W. (película): Cuando Hollywood se atrevió contra el poder

La película *W.*, de Oliver Stone, se presenta como una controvertida mirada al mandato de George W. Bush, ejemplificando la tendencia de Hollywood a distorsionar las figuras políticas según opiniones sesgadas.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

La película W., dirigida por Oliver Stone, nos presenta una visión provocativa y bastante parcial de la vida de George W. Bush, el 43º presidente de Estados Unidos. En este artículo, quiero hablar sobre cómo Hollywood, a menudo cargado de prejuicios, distorsiona la realidad para ajustarla a una narrativa que apela a la audiencia más liberal, sin tener en cuenta los matices más complejos de la vida de un líder que, a pesar de todos sus fallos, se enfrentó a situaciones que definieron el curso de la historia estadounidense.

  1. El drama personal politizado: W. intenta explorar el lado personal de Bush, desde sus días universitarios hasta sus decisiones en la Casa Blanca. La película parece querer presentarlo como un hombre atrapado en una bulbuja familiar y política. Sin embargo, presenta estas luchas personales con un tinte sensacionalista. Se hace hincapié en los momentos difíciles de Bush, pero se pasa por alto la determinación que mostró en momentos de gran estrés nacional.

  2. Una caricatura presidencial: En lugar de darnos un retrato tridimensional, Stone y su equipo nos ofrecen lo que podría calificarse como una caricatura de Bush. Se centra en sus errores y en sus escándalos, pero ignora las múltiples facetas de su liderazgo que no encajan con la narrativa liberal que podría atraer a su público objetivo.

  3. El sesgo de Oliver Stone: Es bien sabido que Oliver Stone no oculta sus tendencias políticas. En su historial, ha sido siempre un cineasta dispuesto a desafiar a figuras republicanas, a menudo presentando versiones de la realidad que favorecen su visión del mundo. En W., Stone parece casi disfrutar de la crítica a Bush. Se convierte más en una película de denuncia que en un drama biográfico equilibrado.

  4. Omisiones calculadas: Cualquier película biográfica tiene que seleccionar qué elementos de la vida de su protagonista mostrar; sin embargo, W. prácticamente ignora los logros y las decisiones difíciles tomadas por Bush en nombre de la seguridad nacional, la economía o la política exterior. No se menciona el liderazgo posterior a los ataques del 11 de septiembre, un tiempo en el que cualquier decisión simple podía tener repercusiones globales.

  5. Las decisiones difíciles en tiempos de conflicto: Cierto es que muchas decisiones de Bush fueron controversiales y, algunas, recibieron críticas severas. Pero, ¿quién de nosotros, en el calor de la crisis, no ha cometido errores? W. da poca o ninguna cabida a la comprensión del contexto en el que se tomaron dichas decisiones, subrayando en cambio las consecuencias negativas.

  6. Estilo visual deslumbrante, pero capcioso: El estilo visual de W. es cautivador – como todo buen trabajo de Oliver Stone. Pero no podemos dejarnos llevar por el atractivo cinematográfico que a menudo enmascara una representación sesgada. La película es entretenida, sí, pero no tomemos las luces brillantes como una verdad objetiva.

  7. Un elenco comprometido, para bien o para mal: El talento de Josh Brolin al interpretar a Bush es innegable. Logra capturar rasgos y manías, trabajando bajo una dirección que claramente buscaba cierto tipo de representación. Sin embargo, incluso una actuación formidable no puede salvar a una película de su propia agenda.

  8. Humanizando al “enemigo”: Curiosamente, y tal vez involuntariamente, W. nos recuerda que incluso los líderes mundiales son, ante todo, humanos. Humanos imperfectos con historias, familias y presiones inimaginables. Aunque esta humanización no es el tema central que Stone parece querer transmitir, es bastante irónico que, al intentar criticar a Bush, la película termine mostrando lo complejo de ser líder.

  9. Reacciones encontradas: No es sorprendente que W. haya recibido respuestas mixtas. Los críticos liberales aplaudieron la crítica, mientras que otros señalaron la evidente inclinación política. Sin embargo, se debe tener cuidado al consumir contenido que agradará probablemente solo a quienes ya tienen prejuicios contra Bush.

  10. El poder del cine político: Las películas como W. nos recuerdan el poder del cine para formar opiniones públicas y perpetuar percepciones. Es un recordatorio de que el espectáculo no siempre refleja el mundo real. Entonces, veamos filmes como W. con el escepticismo de los tiempos, recordando siempre que la verdad tiene muchas caras, y la historia la cuentan no solo los vencedores, sino también aquellos que más gritan.