¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas tienen visión perfecta y otras no? La visión perfecta es más que una bendición de la naturaleza; es un derecho básico con el que muchos nacen, y otros pasan sus vidas intentando alcanzar, a menudo invitados por las expectativas de una sociedad que aboga por la perfección física.
La visión perfecta surge de una combinación de factores genéticos y ambientales que, por desgracia, no todos tienen la suerte de experimentar de manera uniforme. Afortunadamente, la tecnología moderna ha avanzado tanto que permite a aquellos menos afortunados acercarse lo más posible a una visión 20/20, o incluso mejor si lo deseas (Gracias, ciencia moderna). En un mundo donde todo se nos presenta de manera visual, la capacidad de ver claramente no debería ser un privilegio, sino una norma.
Para empezar, uno de los métodos más populares para corregir la visión son las gafas y lentes de contacto. Aunque ambos ofrecen soluciones efectivas, la realidad es que tener que depender de objetos externos para ver el mundo tal y como es puede resultar limitante y hasta frustrante. Las gafas pueden romperse, y los lentes de contacto requieren mantenimiento regular, y no olvidemos el pequeño detalle de que ambos son un importante gasto continuo.
Ahora bien, hablemos de una solución que es todo menos provisional: la cirugía LASIK. Esta cirugía ocular ha revolucionado la corrección de la visión desde sus inicios en los años 90. Para muchos, es la mejor respuesta a esos molestos problemas de visión. La operación no es solo rápida, sino que también es prácticamente indolora, proporcionando resultados casi inmediatos. Publicaciones médicas más recientes señalan que el 96% de los pacientes logran alcanzar la visión deseada tras someterse a LASIK.
¿Y quién puede olvidar la cirugía de cataratas? Aunque a menudo se la considera un tratamiento para personas mayores, es vital mencionar que los problemas oculares no tienen preferencia por la edad. Antes, las cataratas solían robar la visión lentamente, pero ahora la cirugía puede restablecer la claridad de una forma inigualable. Esto no es más que otro recordatorio de lo lejos que hemos llegado en respuesta a condiciones que solían ser una sentencia.
Por otro lado, existen tratamientos mucho menos invasivos que han surgido, como las terapias de ejercicio ocular. Y sí, aunque la idea de ejercitar los ojos podría sonar absurda para algunos, quienes han confiado en estas técnicas hablan maravillas de las mejoras que han experimentado. Se trata de la capacidad del cuerpo humano para adaptarse y superarse a sí mismo. Nuestra biología está más que nunca al servicio de aquellos dispuestos a ver más allá de lo posible.
El acceso a visión perfecta no debe ser una cuestión de ideología, sin embargo, algunos actores insisten en impedir la reinvención de la tecnología médica en esta área. Además, el hecho de que accesibilidad en salud visual siga siendo un debate es, en esencia, una consecuencia de la resistencia a verle mérito a lo que es evidentemente eficaz. Sigue incrementándose la necesidad de mantenernos enfocados en mejorar los métodos que ya tenemos y adoptarlos universalmente sin doble moral.
La educación en salud visual es imprescindible. Y no estoy hablando de meros carteles o imágenes sobre cómo lavar tus lentes, sino de conjunto de información que nos permita exigir un cambio en políticas que permitan un acceso más amplio a las soluciones que ya existen hoy. Es hora de dejar de restarle importancia a la visión perfecta como un simple lujo y reconocerla como lo que realmente es: un derecho humano fundamental y basado en la dignidad, no en la riqueza.
Quizás es momento de apreciar la visión perfecta como lo que realmente debería ser: una realidad tangible a la cual todas las personas deban aspirar, independientemente de dónde vivan o de su situación económica. Por lo tanto, más allá de los debates usuales, necesitamos concentrarnos en acciones efectivas que permitan a todos alcanzar su mayor potencial visual posible, en lugar de permitir que necesidades visuales sigan siendo un problema para la escala de prioridades. Después de todo, ver el mundo claramente no debería ser un deseo lejano, sino una expectativa mínima de cualquier sociedad avanzada.