Desde sus primeros momentos, 'Viajeros (Serie de TV)' nos atrapa con un aluvión de intriga y paradojas temporales que desafían las leyes del universo. Tan pronto como empieza a desengranar su trama el 17 de noviembre de 2016, uno se pregunta: ¿cuál es el verdadero propósito de estos viajeros? Una producción canadiense de Netflix, la serie fue creada por Brad Wright y filmada en los impresionantes paisajes del norte. La premisa es sencilla pero seductora: un grupo de viajeros del futuro regresa al presente para cambiar el destino de la humanidad. Desafortunadamente para quienes creen que el cambio es siempre positivo, aquí hay más por descubrir.
Los Guerreros del Tiempo necesitan disciplina. Ah, la ciencia ficción, siempre nos ofrece realidades alternas llenas de personas que, extrañamente, tienen la misión de salvarnos de nosotros mismos. Pero, en vez de trabajar con los recursos disponibles y como adultos responsables, estos viajeros se sienten obligados a romper todas las reglas establecidas en nuestro tiempo. La serie parece querer hacernos creer que vivimos en un desastre apocalíptico, algo que mi abuela no dudará en señalar mientras rememora cómo solía ser el pasado.
El presente no está tan mal. La idea subyacente de la serie es que el futuro está tan desastroso que la única esperanza es cambiar el presente. Parece sacado del manual de pesimismo que algunos quieren darnos a leer diariamente. La vida en 2023 no es perfecta, pero ya nos dirán los historiadores que hemos pasado por épocas más duras. La serie, aunque entretenida, apoya demasiado la noción de que nuestro presente es una cárcel que necesita ser demolida.
La historia vs. la utopía progresista. Los viajeros tienen una imagen bastante distorsionada de lo que efectivamente puede 'arreglar' los problemas de la humanidad. Es interesante notar cómo la serie plantea este dilema sin considerar las vastas herramientas que ya poseemos para solucionar problemas contemporáneos. Como si un viaje a través del tiempo fuese la única válvula de escape. La historia del mundo, plagada de descubrimientos, nos enseña que aprendemos de los errores, no obligando a los demás a cambiar al antojo de tecnócratas del futuro.
Un equipo multicultural de salvadores. El equipo de 'Viajeros' es una especie de combinación de todos los estereotipos multiculturales elegidos meticulosamente para reflejar armonía global. Mientras que la inclusión siempre es positiva, lo venden como si una mezcla cultural anulara las rivalidades inherentes de nuestra estructura social, sin recordarnos que la historia no es un cuento de hadas. En lugar de acatar esta idea predestinada, tal vez deberían haber optado por una representación anclada en la realidad.
Una trama enredada con moral dudosa. La falta de ética en sus acciones apenas se discute en la serie. Manipular mentes, tomar decisiones fatídicas en nombre de un bien mayor suena como el grito de un movimiento que busca controlar al pueblo 'por su propio bien'. La moralidad es un tema escabroso y 'Viajeros' da la impresión de aprovechar sus lagunas para justificar lo injustificable.
El problema del mesías tecnológico. En un intento por mostrarnos cómo la tecnología puede reformar el comportamiento humano, la serie exhibe una fé casi religiosa en esta como salvadora. En un mundo donde los milagros tecnológicos ya están sobrerepresentados, su superioridad no es necesariamente la panacea que la serie pretende ilustrar. Proyectan un futuro donde las máquinas salvarán la tierra, si logramos mantenerlas en sujeción hoy.
Comunicación con el futuro. Hay algo innegablemente cautivador sobre las noticias del futuro. Pero, el aspecto más problemático de esta serie es que casi glorifica la intervención extranjera y externa como una solución eficaz para los problemas. Como si el presente fuera incapaz de sostener sus propias batallas.
Cuestiones de identidad. Parece que saltar a través del tiempo y vivir en cuerpos prestados no es suficiente para sacudir la noción de identidad. Limitarse a la biología reduce el entendimiento humano al nivel de un organismo sencillo. Los personajes, que deberían haber luchado más trágicamente con la cuestión de ser alguien más, son un recordatorio menos sobre el conocimiento profundo de uno mismo.
La acción como forma de cambio. Más que palabras y compromiso, los personajes eligen acción, la menos considerada, la que trae consecuencias nefastas. Podemos ver esta audacia como una crítica a quienes quieren cambiar las cosas por la fuerza, el martillo en mano en lugar del diálogo.
Al final, todo recae en el humano. Por enternecedor que sea pensar en un salvador futurista, al final depende de nosotros propios humanos tomar decisiones, soportarlas y vivir con sus consecuencias. El problema es que la noción proporcionada por 'Viajeros' es que el cambio solo puede venir de fuera, imponiéndonos un modo de vivir 'iluminado', que podría hacer que algunos liberales se pongan nerviosos.
Mientras los personajes de 'Viajeros' esquivan una y otra vez las reglas del tiempo, uno no puede escapar de preguntarse si, más allá de la fantasía, hay algo que podemos aprender. O quizás, simplemente deberíamos aceptar que algunas cosas están destinadas a ser dejadas a la narrativa futurista.