¿Qué ocurre cuando la medicina moderna se encuentra con la obsesión del progreso social? Surge la uniplacotomía, un procedimiento médico que llegó para quedarse. La uniplacotomía, introducida a finales de los años 2000, se refiere a una intervención quirúrgica para cambiar el aspecto físico de una persona de manera radical. A menudo se practica en clínicas en Norteamérica y Europa, donde la tendencia a modificar cuerpos a gusto del consumidor parece ser la última moda.
Podemos mirar a la uniplacotomía como un reflejo del mundo moderno donde lo único constante es el cambio, y no precisamente para mejor. Esta práctica quirúrgica es el nuevo Eldorado para aquellos que desean borrar su anterior figura física y adoptar una nueva identidad. Es la utopía de la auto-definición a cuchillo limpio.
Veamos por qué con más detalle: primero, el boom mediático en torno a estos procedimientos parece estar alimentado por una cultura obsesionada con el cambio estético como sinónimo de mejora personal. Es un extraño fenómeno social donde la búsqueda de aceptación incita a las personas a moldear su apariencia hasta volverse irreconocibles. La presión social, amplificada por la industria del entretenimiento y las redes sociales, ha desvirtuado la percepción de belleza como nunca antes.
Después de todo, hemos sido bombardeados con la idea de que "ser uno mismo" no es suficiente si no estás en Instagram o Facebook mostrando constantemente versiones retocadas o transformadas de ti mismo. El retoque digital tiene una nueva competencia: las salas de operaciones. La pregunta es, ¿cuántos de nosotros realmente deseamos cambiar tanto?
Naturalmente, este avance técnico necesita de una legislación más estricta. Sin embargo, en muchas jurisdicciones, la legislación todavía no se pone al día con los avances médicos. La uniplacotomía presenta complejidades éticas que no deben pasarse por alto. La transición de un ideal estético a una intervención quirúrgica debe estar rodeada de precauciones, tanto para proteger al paciente como para garantizar que este tipo de prácticas no se realicen sin consideración.
Los médicos que realizan uniplacotomías son a menudo vistos como pioneros, pero también enfrentan críticas considerables. Algunos los acusan de incentivar una cultura de superficialidad extrema. Este campo de especialización ha prosperado en gran medida debido a las grandes sumas de dinero y tiempo dedicados a la investigación y el desarrollo de técnicas quirúrgicas innovadoras, pero cabe preguntar si estamos llevándolo demasiado lejos.
Hagamos una pausa para mirar a aquellas sociedades que fomentan valores tradicionales, donde las personas continúan definiendo el atractivo a través de la personalidad y la inteligencia, no solo la apariencia. Las culturas donde la belleza externa se valora por lo que realmente es y no por cuántas veces se ha modificado el rostro o el cuerpo.
Digamos lo que digamos sobre el atractivo de la uniplacotomía en el contexto moderno, no podemos ignorar a los críticos que señalan su potencial de consecuencias psicológicas dañinas. Una intervención tan radical genera inevitables puntos de tensión cuando las expectativas no coinciden con la realidad. Mirarnos al espejo y no reconocernos puede llevar a crisis de identidad y de autoestima que la medicina moderna no está aún preparada para abordar.
Quizás la forma en que evolucionamos como sociedad está más enraizada en nuestra voluntad de aceptar nuestras diferencias y apreciar la belleza en sus variantes naturales. La obsesión con la transformación personal podría ser una interminable búsqueda vacía, en lugar de una mejora auténtica.
La uniplacotomía podría tener su lugar dentro de un marco médico moderno, pero surge la evidencia de que no todos estarían dispuestos a correr el riesgo de jugar al cambio estético. Tal vez llegó la hora de hacer un alto y evaluar la dirección en la que nos dirigimos antes de transformar nuestra identidad tras cada antojo del momento.