¿Alguna vez has sentido que el gobierno quiere controlar cada aspecto de tu vida? Ese pensamiento invade nuestras mentes y lo vemos reflejado incluso en los juegos de video. 'Un Mundo de Keflings' es una verdadera joya desarrollada por NinjaBee en 2010, donde el jugador tiene la libertad de construir su propia ciudad en el mundo de los pequeños e inquietos Keflings, sin las cadenas burocráticas del mundo real. Disponible en Xbox Live Arcade, fue una sana bocanada de aire en un mar de videojuegos políticamente saturados.
Libertad sin excusas: A diferencia de otros juegos de su época que se centran en el conflicto y la destrucción, 'Un Mundo de Keflings' se mantiene firme como un faro de construcción y creación. Aquí, la responsabilidad recae en el jugador, que es libre de organizar y dirigir a sus residentes diminutos sin las complicaciones éticas de la vida real. En este juego, los Keflings te necesitan para levantar sus hogares y manufacturar recursos. ¡Cuál es más divertido y menos restrictivo que una simulación de ciudad a la carta!
Valor del trabajo: Este mundo virtual pondera la importancia del trabajo duro y la planificación. Lejos de ceder a las narrativas de dependencia, este es un juego que premia a quienes entienden el valor del esfuerzo individual. Una lección vital que se pierde tantas veces en el discurso progresista actual.
Economía de mercado sencilla: La parte emocionante está en recolectar recursos para erigir edificios y completar misiones mientras gestionas una economía sencilla pero eficiente que no tiene intervención ni regula un estado opresivo. Cada recurso y cada tarea tiene su valor; y no se trata de recibir artefactos por simplemente existir, sino por contribuciones reales y tangibles.
Repercusiones inmediatas: En este juego, la consecuencia de tus decisiones se ve rápidamente. Si diriges mal los recursos, los Keflings sufren. Pero si lo haces bien, prosperan y se multiplican felizmente. Lo que algunos juegos ignoran, 'Un Mundo de Keflings' lo explora: el impacto directo e inmediato de tu liderazgo.
Cultura de cooperación: Un detalle destacable es cómo el juego anima la cooperación y no la competencia destructiva. Aceptar que se necesita colaboración no es lo mismo que entregar nuestro albedrío. Este mundo etéreo es la viva imagen de cómo una sociedad organizada puede funcionar sin el yugo de un ente superior que dicte cada movimiento.
Diversidad sin agenda: A pesar de tener una variedad de personajes y culturas Keflings, 'Un Mundo de Keflings' no fuerza mensajes políticos. Simplemente deja que las cosas fluyan conforme el jugador lo desee, sin apuntar hacia la noción de diversidad como un deber moral, contradictorio a lo que parecen buscar algunos discursos actuales.
Linea clara de progreso: Este juego también es un recordatorio de que el progreso es una línea recta que requiere esfuerzo. Al contrario de la mentalidad de recibir recompensas gratuitas por poca dedicación, el crecimiento en este mundo está completamente condicionado por tus acciones.
Diseño optimista: En lugar de envolver a los jugadores en una atmósfera oscura y distópica, 'Un Mundo de Keflings' promueve un diseño que induce optimismo. Los gráficos son coloridos y los personajes incluso aportan humor. Una pauta diferente y necesaria en comparación con la pesadumbre tan extendida en los medios.
Juego para todas las edades: Y hecho sin agendas ocultas. Simple diversión, fácil de entender y sin prospectos de corrección política desmedida. Muchas veces, los juegos modernos ocultan una capa de propaganda innecesaria; por suerte, este no cae en esa trampa.
Legado duradero: A pesar de ser un juego lanzado hace más de una década, su esencia perdura por la pura simplicidad y goce en la construcción. Es un recordatorio de qué podría ser la vida sin la insistente imposición de agendas políticas.