El Tiroteo de Chilas: Realidades que Molestan a la Izquierda

El Tiroteo de Chilas: Realidades que Molestan a la Izquierda

Un brutal tiroteo en un autobús en Chilas, Pakistán, en octubre de 2023, expone las debilidades en la seguridad nacional y desafía las ilusiones liberales sobre la paz.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

¿Qué tienen en común un autobús lleno de pasajeros desprevenidos y un grupo de violentos agresores armados? No es una pregunta capciosa, es simplemente la terrible realidad que golpeó a Chilas, Pakistán, el pasado octubre de 2023. En pleno tránsito y sin previo aviso, un ataque brutal y coordinado por hombres armados acabó con la vida de nueve personas y dejó varios heridos. Esta tragedia ocurrió en un contexto nacional inquietante —un juego de poder sangriento y conflicto sectario que azota a la población. Chilas, con frecuencia perdida en el radar principal de las noticias globales, cobró protagonismo ese día por razones que no quisiéramos recordar.

Hagamos un paréntesis para lamentar cómo los defensores de posturas ingenuas destruirían el ambiente si tuvieran el control. En lugar de enfrentar los crudos hechos, preferirían ver el mundo a través de un lente de utopías irrealizables. La realidad es otra. Este ataque no es un hecho aislado sino parte de un patrón que deberíamos analizar con ojos críticos y no desde los cómodos confines de una perspectiva simplista y optimista.

La seguridad nacional exige abordajes prácticos. Es esa confianza ciega en las ilusiones la que nos pone a todos en riesgo. No se trata de pintar al mundo en tonos grises y no en blancos y negros. El problema es que, en su esfuerzo por suavizar los contornos de una realidad dura, se termina ofreciendo una solución tan endeble como un castillo de naipes.

Pensemos en las medidas de seguridad que habrían podido evitar este terrible incidente si ciertos planteamientos no se hubieran echado en saco roto. Estrategias menos contemplativas y más activas en cuestiones de seguridad podrían haber cambiado la historia de muchos que ese día viajaban en ese autobús. Tal vez habríamos podido evitar que algunas familias recibieran la desgarradora noticia de la muerte de sus seres queridos.

Para algunos, estos hechos son dolorosos de admitir, especialmente aquellos a quienes gusta mirar al mundo como un lugar eminentemente positivo, donde los inconvencionales "acentos" de violencia solo necesitan un poco de comprensión y cariño. Pero en situaciones concretas como ésta, el cariño es una mala adición cuando lo que se necesita es reacción rápida y manejo serio de conflictos.

Una de las primeras preguntas que debemos hacernos es: ¿qué podemos hacer para evitar más situaciones como ésta? El control y manejo de la seguridad no son caprichos dispensables. Países como Pakistán necesitan fortalecer sus sistemas de vigilancia y control para garantizar la seguridad de los ciudadanos. Necesitan, aunque suene duro para algunos, un control más férreo y no el equivalente político de cantar himnos de paz con guitarras desenchufadas.

Entonces, sí, algunos tópicos vuelven siempre al ruedo. ¿Qué tan efectivo es el despliegue de tropas en estas áreas? ¿Cómo mejoraría el entrenamiento de las fuerzas de seguridad? La habilidad de un país para controlar este tipo de ataques inicia con sus estrategias de manejo interno. No es un tema simple de resolver armónicamente; requiere de acciones concretas y, en ocasiones, un ajuste de la visión cultural y política.

La pregunta, a menudo ignorada en círculos más preocupados en promover un mundo idealizado, es cómo podemos evitar que la juventud en Pakistán, y en otras partes del mundo, se sienta atraída por ideologías partidistas y potencialmente violentas. Descomponer el flujo de ideas extremistas no sólo fortifica un país, sino que le da a cada ciudadano una razón más para confiar en sus líderes.

Sabemos que a los perpetuadores de este tipo de ataques les encanta un vacío de poder que les deje verter su ideología sin restricciones. Se atrincheran en su capacidad para diseminar terror y caos. Nosotros, en cambio, debemos ser inflexibles y pragmáticos.

Por supuesto, siempre habrá quienes defiendan que la solución no puede venir desde esta perspectiva. No les gustará oír que las soluciones firmes son necesarias. Pero dejemos que sigan rumiando en su fantasía. Algunos pueblos pagarán con sus vidas mientras ellos mantienen su ilusión de paz.

En el mundo real, Chilas nos recuerda que la prosperidad y la paz no son un derecho dado, sino un objetivo que hay que alcanzar y proteger con acciones tangibles.