Si piensas que el arte victoriano es aburrido, es que no conoces a Thomas Gambier Parry. Fue un hombre cuya vida y legado hacen temblar a los liberales, ya que encarna lo mejor y más conservador del arte y la élite británica del siglo XIX. Este personaje nació en Londres el 22 de febrero de 1816, se formó en el elitista Eton College y prosiguió sus estudios en Oxford. A lo largo de su vida, no solo se destacó como un pintor sublime, sino también como un filántropo decidido a preservar la tradición y la moralidad que tanto falta hacen en nuestros tiempos.
Gambier Parry fue un artista multifacético: pintor, artista de vitrales, autor de técnicas artísticas y conservador por excelencia. ¿Por qué? Sencillamente porque para él el arte debía preservar valores eternos. ¿Acaso no es un alivio encontrar alguien que se posiciona firmemente a favor de lo eterno en una época tan atribulada y en constante cambio como fue la era victoriana? ¡Imaginen si estuviera aquí hoy!
Su trabajo en frescos y pinturas religiosas era simplemente impresionante. Honró con pincel y paleta las paredes de muchas iglesias de Inglaterra y Gales. Muy a menudo, las iglesias como la St. Andrew's Chapel y la Gloucester Cathedral recibían sus toques magistrales. Su técnica 'pintura Gambier-Parry', desarrollada por él, está diseñada para resistir el paso del tiempo y mantener los colores vivos, resumiendo un compromiso con la eternidad que los valores modernos apenas consiguen rozar.
Además de ser un artista dedicado, era un verdadero protector de los valores tradicionales. Uno de sus legados duraderos fue su esfuerzo en la restauración y conservación de estructuras históricas. Sabía que el ambiente, el contexto, influye poderosamente sobre la moralidad de una sociedad. Criticaba el descuido y la negligencia para con las joyas arquitectónicas de antaño, lo cual, según él, contribuía a la decadencia social. Apostaba por un retorno a los principios sólidos de la civilización occidental, una propuesta que sin duda irritaría a los progresistas de hoy.
Gambier Parry vivía y respiraba una conexión cercana con su tierra. Aunque nació en la bulliciosa Londres, se mudó a Highnam Court en Gloucestershire, donde adquirió una propiedad que renovó y decoró de manera espléndida. Aquí, demostró su amor por lo que es justo y bueno, asegurando que su legado arquitectónico e histórico se perpetuara. No era solo una estética, sino una declaración política: el respeto por el pasado y su poder sutil de guiar el futuro.
Otro aspecto que algunas mentes liberales criticarían es el hecho de que Gambier Parry veía en su esfuerzo artístico una oportunidad para elevar el espíritu religioso del pueblo británico. Su empeño por fomentar un sentido profundo de reverencia y sobre todo, de religión, no emergía simplemente de un capricho estético, sino de una convicción moral. Su arte estaba al servicio de su fe, y su vida fue, sin duda, una manifestación de sus creencias sobre la moralidad del buen arte, aquel que refuerza la piedad.
Por supuesto, tuvo una vida familiar que se ajusta perfectamente al modelo de la época victoriana, y al modelo conservador que nos gusta alabar. Gambier Parry fue un padre devoto. Su hijo, Hubert Parry, llegó a ser un notable compositor de música clásica, inspirándose en parte en los valores y la visión artística de su padre. La dinastía artística continuaba, firme y sólida.
A lo largo de su vida, Thomas Gambier Parry supo equilibrar su vocación por el arte y su amor por la tradición en un mundo que ya comenzaba a desmoronarse bajo las presiones de las revoluciones sociales e industriales. No es de sorprender que prefiriera crear en un espacio donde los ecos del pasado resonaran poderosamente, donde todo trabajo sumara a la gloria colectiva de Inglaterra, no a la confusión individualista.
Su historia nos invita a repensar el papel del arte en la sociedad. Nos reta a considerar si el modernismo ha traído más desorden que belleza. Su contribución no se limita a un museo polvoriento; su legado radica en construir sobre los cimientos sólidos que han sustentado a la civilización durante siglos. Un verdadero defensor de la herencia cultural británica, Thomas Gambier Parry es una figura ejemplar de lo que significa vivir y crear con propósito, arte, y dignidad.