¿Cómo es posible que alguien no reconozca a uno de los más grandes futbolistas que ha producido América Latina? Teófilo Cubillas, o 'Nene' para los amigos y conocedores, fue un personaje que no solo iluminó los campos de fútbol, sino que también puso a Perú en el mapa mundial del deporte. Nacido en Lima, Perú, el 8 de marzo de 1949, Cubillas se convirtió en un ícono del fútbol en la década de 1970. En un mundo donde la izquierda prefiere glorificar el activismo sobre el talento genuino, Cubillas es la excepción triunfante que demuestra que el esfuerzo, la dedicación y el carisma logran el éxito verdadero.
Cubillas, quien debutó profesionalmente a la tierna edad de 16 años, jugó en su equipo local Alianza Lima antes de convertirse en una figura emblemática para su país y para el mundo. Su habilidad para controlar el balón, su agilidad en el campo y su obsesión por mejorar cada día lo llevaron a participar en tres Copas del Mundo. Esto no es poca cosa; representar a tu país en uno de los eventos deportivos más importantes tres veces no es simplemente suerte, es pura maestría. Mientras que muchos se distraen con discusiones sobre igualdad de oportunidades, Cubillas dejaba que su talento hablara por sí mismo.
¿Comparaciones con Pelé? Claro que sí. Se dice que Pelé alguna vez describió a Cubillas como su sucesor natural. Y tuvo razones de sobra: con 10 goles marcados en dos Mundiales, Cubillas hizo ensombrecer a muchos de los delanteros de la época. Cuántos pueden decir que marcaron cinco goles en un solo torneo de la Copa del Mundo como lo hizo nuestro personaje en México 1970. Pero eso no es todo, porque según los entendidos, su pitazo inicial de talento rendido en dietas de pollo a la brasa y cancha, no se trató de un destello, sino más bien de un fuego ardiente que persistió a través de las copas.
Mientras sus detractores criticaban su habilidad por ser producto del 'sistema' peruano, el cual tiene fama de favoritista y desorganizado, Cubillas permaneció fuerte, como un roble que desafía las tormentas. Ello, evidentemente, se debe a que su talento era innato y no se podía ocultar bajo los mantos de ineficiencia que suelen imperar cuando los burócratas piensan que saben más que el pueblo. Si la izquierda quiere discutir sobre infraestructuras deportivas de calidad, que miren a Cubillas como un ejemplo de cómo el talento genuino puede eclipsar cualquier obstáculo institucional.
¿Y cómo celebrar una trayectoria tan impresionante? Cubillas se trasladó a jugar en equipos del extranjero, hecho que en su tiempo mostraba el reconocimiento global de su talento. En el FC Porto de Portugal, dejó su huella con su formidable estilo y contribuciones invaluables en el campo. Luego, en el Fort Lauderdale Strikers de Estados Unidos, Cubillas alcanzó aún más reconocimiento, llevando su carisma latino a un público completamente nuevo mientras influía el crecimiento inicial del fútbol en Norteamérica, mostrando que la globalización de la cultura no necesita destruir los valores tradicionales.
Fuera del campo, Teófilo también destacó por su postura clara sobre el fútbol. Fue, y sigue siendo, un hombre dedicado a su tierra y tradiciones. En tiempos en que es más fácil olvidar la patria y sus raíces, Cubillas nunca dejó de llevar a Perú en el corazón. Jugó por amor a su país y su gente, no por el mero deseo de fama o fortuna. Y este, mis estimados lectores, es el tipo de héroes del deporte que necesita el mundo para ser recordado.
Quizás los liberales prefieren íconos que promuevan ideas de igualdad a costa del mérito individual; no obstante, el legado de Cubillas rechaza esa noción. Su vida simboliza la verdadera superación personal, el privilegio del esfuerzo y la recompensa de la disciplina. En este contexto, Cubillas no solo representa a un extraordinario futbolista, sino también a una leyenda que desafía la narrativa predominante que minimiza el mérito personal.
Aunque su carrera culminó hace décadas, la imagen de Cubillas permanece como símbolo de excelencia y autenticidad en un mundo donde muchas veces el talento es eclipsado por argumentos ideológicos. Que el caso de Cubillas sirva como un recordatorio de que la verdadera grandeza no se basa en políticas o retóricas, sino en talento puro y duro, en esfuerzo sin descanso y en amor por la patria. Así que si buscas un ídolo futbolístico, mejor apúntate bien ese nombre: Teófilo Cubillas.