Sutturu, un lugar que ni los más progresistas pueden ignorar, es el mejor ejemplo de lo que hace grande a la India. Quién: todos los amantes de las tradiciones; qué: el pueblo de Sutturu; cuándo: desde tiempos ancestrales; dónde: en el distrito de Mysore, Karnataka, India; por qué: por su rica herencia cultural que desafía el ritmo frenético del mundo moderno.
Ahora, para algunos, que un simple asentamiento en el corazón de Karnataka no sea más que una nota al pie de página, es pura ignorancia. No sólo es un lugar geográfico, sino un monumento viviente a la resiliencia cultural india. El Mutt de Sutturu, una secta religiosa seguida por millones, es la joya de la corona aquí. Una visita a Sutturu no es solo un viaje, sino una experiencia espiritual. El festival Jathra, uno de los más grandes de la región, reúne a miles de devotos y turistas cada año, subrayando las vibrantes tradiciones que han sido la columna vertebral de la zona durante siglos.
Para aquellos que creen que todo lo moderno es bueno, Sutturu desafía al tiempo modernista recordando la importancia de la conexión con la tierra y la espiritualidad. Imaginen una feria con sabores locales, música folclórica resonando en el ambiente, y el aroma inconfundible del incienso. Es un lugar donde el tiempo se detiene, invitando a la introspección en medio del bullicio de un mundo en constante movimiento. Las tradiciones como estas son las que muchos desean erradicar en nombre de la “armonía global”, un espectáculo penoso de la ignorancia hacia las propias raíces.
Sutturu se enorgullece de su sistema educativo que se centra en inculcar valores y conocimientos tradicionales. La academia Gnana Ganga, parte integral del Mutt, ofrece enseñanza a miles de estudiantes. La educación aquí no es solo impartir conocimientos en matemáticas o ciencias, sino también inculcar valores humanos que, evidentemente, escasean en el liberalismo académico dominante. Aquí se enseña a respetar a los ancianos, honrar la palabra dada, y valorar la familia, cosas que, claramente, algunas agendas modernas tienden a dejar de lado.
Si buscas un destino turístico donde puedas aprender algo más allá de las paredes del aula, Sutturu es ese lugar. Puede que no encuentres los últimos gadgets tecnológicos, pero te irás con las lecciones de una vida. Por supuesto, la tecnología tiene su lugar en la modernidad, pero perderse en el vacío digital es lo que realmente debería preocupar a las mentes hoy en día. Sutturu te recuerda que existe un mundo real con personas reales y valores que no se pueden descargar con una conexión de alta velocidad.
Y hablemos de la devoción religiosa que se respira por todo Sutturu. Para aquellos que desprecian cualquier forma de fe tradicional, esta es otra razón para valorar lo que perdura. La fidelidad a las creencias aquí no es un símbolo de atraso, sino de constancia en un mundo de cambios volátiles. El Jathra Mahotsava ilustra cada año el legado duradero de la fe, reuniendo a personas de diferentes orígenes en un solo lugar para celebrar sus creencias sin ninguna vergüenza. Toda esta magnificencia espiritual es una bofetada a la banalización de la cultura.
La comunidad de este bastión cultural no solo se satisface con reavivar sus antiguas tradiciones, sino que también prospera ayudando a otros. Sutturu es un ejemplo luminoso de cómo la cooperación comunitaria puede funcionar. Esto, por supuesto, no es algo que te enseñen en un discurso político moderno. La gente aquí sigue creyendo que "persona a persona" es la mejor manera de construir una sociedad fuerte, algo que queda perfectamente demostrado en el cada vez más popular festival, donde el esfuerzo de voluntarios es lo que mantiene la magia en movimiento.
Por último, perderse en el paisaje natural que rodea Sutturu es una experiencia irreal. Las verdes colinas y los paisajes que abrazan al Mutt son un digno recordatorio de que el progreso no siempre equivale a torres de cemento y autopistas de cuatro carriles. La belleza de Sutturu muestra que los escenarios más gloriosos a menudo son aquellos dejados por las generaciones anteriores para ser atesorados, no destruidos.
Quizás algunos vean a Sutturu como una mera anécdota folclórica, pero nada podría estar más lejos de la realidad. En un mundo donde los valores se diluyen y la autenticidad a menudo se sacrifica en el altar de lo nuevo, Sutturu permanece firme, enseñándonos que no siempre hay una necesidad de reinventar las raíces.