Suratte Holandés: Un Vestigio del Comercio Global que Irrita a la Izquierda

Suratte Holandés: Un Vestigio del Comercio Global que Irrita a la Izquierda

El Suratte Holandés es un fascinante ejemplo de cómo el comercio y la cooperación cultural pueden prosperar, al contrario de lo que algunos quisieran recordar. Conozcamos cómo este enclave atrapó a los holandeses y qué lecciones podemos extraer de su legado.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

¿A quién se le ocurre asociar a los Países Bajos con un pequeño pueblo en la India? Pues el Suratte Holandés es ese singular vínculo que lo hace posible. En el siglo XVII, los intrépidos comerciantes holandeses decidieron llevar sus ilimitadas ansias de comercio hasta las orillas del río Tapi en el noroeste de India, estableciendo un fuerte entre 1616 y 1825 en Suratte, dentro del actual estado de Gujarat. Este enclave no fue sólo un puesto de intercambio, sino una verdadera evidencia de cómo las naciones pueden prosperar en armonía cuando se basan en el principio infalible del libre comercio.

Los holandeses, perspicaces como siempre, entendieron que Suratte era un tesoro en potencia. La ciudad ya era un emporio respetable cuando ellos llegaron. Nada más poner un pie en sus tierras, se sintieron atraídos por su aura comercial. Oro, seda y especias corrían por sus venas como agua por un manantial. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC, por sus siglas en neerlandés) estableció aquí su presencia, extendiendo sus lazos mercantiles por todo el continente asiático.

Puede parecer un cuento de viejas, pero Suratte Holandés expresa maravillosamente el poder del intercambio cultural. Los holandeses no vinieron a subyugar, sino a comerciar, y eso marca la gran diferencia. Mientras otros imperios levantaban ejércitos y dictaban normas, la VOC se centró en crear relaciones comerciales que perduran hasta hoy en día. Les dirán algunos que estos contactos acariciaban lo que élites occidentales llaman imperialismo cultural. La verdad, sin embargo, es que estos flujos bidireccionales engendraron un fructífero intercambio de conocimientos y prácticas que robustecieron ambas culturas.

No obstante, todo lo bueno tiene su fin, y el Suratte Holandés no fue la excepción. Con la llegada de los británicos y su monopolio del comercio, el poderío holandés en la región comenzó a desvanecerse. El poderoso tsunami del dominio británico finalmente arrasó con la presencia holandesa. Pero el legado del Suratte Holandés se mantiene incólume en los pliegues de la historia.

Algunos gustan de decir que inconvenientes fueron aquellos días en que las naciones tendían puentes en lugar de levantar muros. Ese intercambio que saturó de especias los mercados europeos es lo que hoy nos parece imposible de imaginar. En tiempos donde disputas comerciales provocan tensión entre potencias, recordar tiempos en que la simpleza y eficacia del comercio triunfaban sobre el caos lleva a soñar. Economías robustas y culturas enriquecidas fueron las que mantuvieron sólido el comercio en Suratte.

El pragmatismo de los holandeses les hizo innovar, desarrollando sistemas eficientes de contabilidad y organización que aún hoy son estudiados en escuelas de negocios alrededor del mundo. Contrario a lo que algunos quisieran hacernos creer, estas prácticas comerciales no destruyeron culturas, sino que las nutrieron y expandieron.

El mundo actual necesita reflexionar sobre su historia comercial. Los ataques sobre el comercio libre y el espíritu emprendedor son solo excusas para controlar, y no para progresar. Los ecos del comercio en Suratte todavía resuenan y enseñan una simple lección: cuando las mercancías cruzan fronteras, los ejércitos no lo hacen.

El Suratte Holandés es un ejemplo vital de cómo prosperar gracias al comercio genuino. La historia demuestra que, a pesar de las críticas del mismo sector que cuestiona cada avance económico de nuestros tiempos, el comercio y la cooperación pueden y deben seguir siendo la piedra angular de una economía mundial floreciente.