¡Skidoo! La película que nadie entendió

¡Skidoo! La película que nadie entendió

¡Prepárate para adentrarte en el mundo loco de 'Skidoo', un rompecabezas cinematográfico dirigido por Otto Preminger que desafió toda lógica narrativa en los 60!

Vince Vanguard

Vince Vanguard

¡Prepárate para adentrarte en el mundo loco de 'Skidoo', una película de 1968 dirigida por Otto Preminger, un director conocido tanto por su talento como por su excéntrica personalidad! Esta película es un verdadero revoltijo de ideas y estilos, algo que solo podría haber nacido en la turbulenta década de los sesentas. Estrenada en Estados Unidos y protagonizada por una mezcolanza de actores como Jackie Gleason y una joven Carol Channing, 'Skidoo' prometía ser una comedia meticulosa, aunque terminó convirtiéndose en un rompecabezas cinematográfico. Pero hablemos claro: el cine de Hollywood en esa época estaba tan confundido como un gato en un desfile canino, y 'Skidoo' fue quizás el ejemplo más ridículo.

Vamos al grano: la trama de 'Skidoo' sigue a Tony Banks, interpretado por Jackie Gleason, un hombre retirado del crimen organizado que se ve obligado a realizar un último encargo. Hasta aquí suena a clásico de Hollywood, pero aquí es donde las cosas se descarrilan. Este encargo lo lleva a un sinfín de situaciones absurdas que desafían toda lógica narrativa. Con la dirección de Preminger, el film se lanzó como una sátira social justo en medio del cambio cultural de los 60, pero quienes vieron esta obra no sabían si reírse, quedarse boquiabiertos o ambas cosas. Es un espectáculo digno de un análisis profundo sobre cómo no se debía hacer cine, pero al menos fue una patada en las espinillas al establishment progresista de entonces.

La pregunta es: ¿Qué hacía un productor legendario como Preminger lanzándose a crear un pastiche tan extraño? La respuesta es sencilla: por aquel tiempo, estaba mejor como villano de Batman en TV que como un cineasta serio. La comedia y la crítica social de 'Skidoo' quedaron enterradas bajo un arco iris de LSD de neón y secuencias de sueños psicodélicos que debieron parecerle ingeniosas a Preminger y su equipo. Y es que en aquella década, se tomaban muchas cosas, y esos guionistas probablemente no solo hablaban de refrescos.

Los efectos visuales y el diseño de producción bien podrían compararse con lo que un niño de cinco años haría con material reciclable un domingo lluvioso. Una multitud de estrellas de la época, desde Groucho Marx hasta Mickey Rooney, desfilaron por esta catástrofe, cada uno con menos propósito que el anterior. Quizás, si hiciésemos un ranking de películas "sólo podía salir bien en locura puro sesentera", 'Skidoo' encabeza la lista sin competencia.

Mirémoslo así: para los que defienden las películas como potentes alegorías sociales, Skidoo fue un desastre, un elefante blanco atrapado en el barro que no cumplió con su deber de entretener ni de educar. Pero para los que adoramos un buen lío de media noche, es una joya que refleja perfectamente lo que pasa cuando la cultura se basa más en emociones triviales que en argumentos sólidos. Es un espejo de la década de los 60, una era ya bastante perdida entre ideales utópicos presentados como revoluciones socioculturales que nunca cuajaron.

El final de la cinta es otro asunto digno de mención. Imagina un cóctel de colores e imágenes que acaba con un número musical sobre LSD y resistencia política. Algunos dirán que Preminger quería ser revolucionario, pero creo que su revolución fue hacerse famoso por hacer cosas que pocos podían comprender. A la fecha, encontramos muchas de sus ideas desparramadas por películas que intentan ser "de culto", pero se olvidan de lo más importante: ser comprensibles.

Skidoo fue filmada en los Estados Unidos, quizá con la esperanza de ser relevante o al menos entretenida en una era de crisis social y política. Casi medio siglo después, no ha mejorado con el tiempo. Es más un pie de página cómico para aquellos que gustan estudiar el arte del cine desde sus escollos más desconcertantes.

Quizás el único aspecto redentor y por el que debemos agradecer a 'Skidoo' es habernos dado un ejemplo perfecto de cómo los extremos políticos y sociales de una época confusa pueden distorsionar el arte y transformarlo en una caricatura fea. Los liberales, al igual que muchos críticos del cine, bosquejaron a 'Skidoo' como un fracaso. Algunos de nosotros pensamos que es una advertencia intemporal sobre lo que pasa cuando el arte toma el camino fácil de la sátira sin sustancia. Un recordatorio siempre válido de que hacer cine requiere más que solo buenas intenciones y una estrella de rock lanzando notas al aire.