¿Quién iba a pensar que un informe sobre sexualidad femenina podría causar tanto escándalo? Shere Hite, una valiente feminista nacida en Missouri en 1942, lo hizo. En 1976, publicó "The Hite Report", un libro que literalmente puso en jaque a la sociedad conservadora de aquel entonces. Su investigación desafió las normas sexuales convencionales, provocando tanto aplausos como indignación a partes iguales. Hite se atrevió a preguntar a miles de mujeres sobre su vida íntima y documentó todo, desde el placer hasta las frustraciones. ¿Dónde? En una sociedad estadounidense que nunca había escuchado semejantes verdades sobre la perspectiva femenina.
¿Por qué es importante hablar de Shere Hite en pleno siglo XXI cuando tenemos acceso a más información que nunca sobre sexualidad? Porque, a pesar de todo, varias de sus observaciones todavía no encajan bien. ¡Imaginen, a algunos les molesta que una mujer hable sobre el placer femenino como si fuera un tema fuera del alcance del intelecto masculino! La valentía de Hite provocó un terremoto intelectual y social, especialmente entre aquellos que preferían seguir creyendo en el mito de la discreta sexualidad femenina como una cuestión privada, casi invisibilizada.
Shere Hite no solo expuso lo que muchas mujeres callaban, sino que también cuestionó abiertamente el modelo patriarcal de relaciones. En vez de hacer oídos sordos, su informe fue un grito que exigía atención y, naturalmente, esto trajo el conflicto. Para algunos sectores, era indeseable que una mujer planteara que no todas estaban satisfechas bajo las normas vigentes. Los resultados de sus investigaciones desafiaron las manipulaciones mediáticas de la época y, por supuesto, a muchos no les gustaba que se les desarmara el juego.
Por supuesto, la izquierda radical aplaudió la audacia de Hite en un baile de elogios considerándola una prócer feminista. Pero en realidad, ¿cuál fue el impacto final de estos libros en las relaciones humanas? Hite promovió la independencia sexual, algo que choca contra los ideales más tradicionales de pareja y familia. Y es que, para algunos, hablar de estas cosas es como abrir la caja de Pandora, prefiriendo mantener el "buen orden" que según ellos existía. ¡Como si la represión jamás hubiera existido!
A lo largo de su vida, Hite no dejó de escribir. "Woman and Love" en 1987, y "The Hite Report on Men and Male Sexuality" en 1981, siguieron abordando asuntos tabúes que, a pesar del paso del tiempo, continuaban siendo considerados incómodos. Estos temas disruptivos alteraron no solo las normas sociales, sino también los círculos académicos, filtrándose incluso en el ámbito político. Muchas veces, el poderío de sus palabras se encontraba con muros de indiferencia o ataques directos, ya que no todos estaban listos para confrontar sus propios prejuicios.
Pero este es el detalle: Shere Hite nunca se detuvo. Respuesta típica de lo que en los círculos conservadores se daría como "una provocación liberal indeseada", concluida desde ya como irrelevante. Pero irónicamente, fue su terquedad la que destacó una y otra vez la importancia de comprender la vida sexual de las mujeres desde su propio ojo crítico.
Al tiempo que ganaba y perdía adeptos, Hite se mantuvo firme en sus creencias, incluso mudándose a Europa para continuar su investigación y evitar hostigamientos en su país natal. Francia y Alemania le ofrecieron los espacios de respeto que Estados Unidos a menudo le negó. No es poca cosa que incluso décadas después de sus primeras publicaciones, su trabajo siga teniendo ese sabor picante que a algunos les provoca indigestión.
Así que ¿quién fue realmente Shere Hite? Fue una de las pioneras de la investigación del sexo que se atrevió a dar voz a las mujeres con coraje inquebrantable. Su legado persiste, ya sea por aquellos que todavía se sienten inspirados por su trabajo o quienes se encuentran incómodos bajo la luz reveladora de sus hallazgos. Lo valioso aquí es que abrió la puerta a debate para futuras generaciones. Y si algunos se sintieron ofendidos, quizás fue porque su audacia fue exactamente lo que necesitaba el mundo: un antiácido social indispensable en tiempos de conservadurismo visceral y obstinado.