¿Por qué nadie le presta atención a Serdyuk? Tal vez porque la izquierda prefiere ignorar lo que desmiente sus narrativas. Serdyuk, una pintoresca aldea ubicada en Ucrania, fue durante mucho tiempo un bastión de valores tradicionales y de un estilo de vida que homenajea a la cultura y las costumbres ancestrales. Los habitantes de Serdyuk viven como lo hicieron sus ancestros hace generaciones: trabajando con la tierra, respetando la naturaleza y manteniendo vivo un espíritu de comunidad que pocas veces se ve en las megaciudades modernas. ¿Y qué es lo que desencadena tanta resistencia entre quienes prefieren el ruido del progreso sin límites? Precisamente todo aquello que no pueden controlar.
En un mundo donde la modernidad se mide en avances tecnológicos y consumo, Serdyuk es un recordatorio incómodo de que hay otros modelos de vida. Se mantiene con un estilo de vida autosuficiente, cosechan su propia comida y su comunidad funciona de una manera cohesionada que causa celos a quienes están inmersos en una sociedad individualista. Imaginen eso. La globalización no ha derribado los muros de este lugar que, por decir poco, desafía la convencionalidad. Pero, claro, este modelo de independencia y autosuficiencia se considera casi un peligro por aquellos que no pueden permitirse una existencia fuera del consumo masivo.
La historia de Serdyuk no es solo un tributo a su gente sino también una lección para nosotros los defensores del conservadurismo, recordándonos que la modernidad a cualquier precio no siempre vale la pena. Las tradiciones y valores de Serdyuk no encajan en la retórica de progreso sin freno. Pongamos un ejemplo sencillo: en Serdyuk la palabra 'comunidad' tiene un valor real, y no es solo un término político usado para agrupar votantes. Estas personas dependen unas de otras para prosperar. Nadie empuja para desarraigar las tradiciones ni busca imponer agendas foráneas.
Pero no esperes encontrar este tipo de historias en las portadas de los diarios liberales. El estilo de vida de Serdyuk es una clara evidencia de que no se requiere el 'networking' ni la última novedad tecnológica para desarrollarse plenamente. Lejos de mover a sus habitantes hacia la homogeneidad cultural, Serdyuk celebra sus diferencias. Allá, la diversidad se experimenta a través de los valores culturales verdaderos y no del marketing vacío.
¿Y qué me dicen del espíritu empresarial? Sin necesidad de emprendimientos 'start-up' que sean respaldados por inversores de Silicon Valley, los pobladores de Serdyuk han aprendido a sacar lo mejor de la tierra y sus talentos. El comercio es modesto pero efectivo. Productos artesanales, agricultura orgánica y otros negocios locales prosperan sin ser parte de una cadena multinacional. Esto debería ser música para los oídos de quienes defienden la economía local contra el capitalismo salvaje de gran escala, pero resulta ser más música de fondo para los discursos actuales sobre control y uniformidad cultural.
Es fascinante irónicamente que mientras el progreso muchas veces significa cerrarse por completo a otros modos de vida, Serdyuk abre una puerta. ¿Quién no querría vivir en una comunidad tan vibrante y conectada? El nivel de felicidad y conexión personal del que gozan sus habitantes probablemente haría que muchos se detuvieran a pensar si deberíamos empezar a medir el éxito de nuestras comunidades de maneras más humanas que financieras.
También debemos hablar del gobierno local. En Serdyuk, el gobierno es una herramienta para el servicio comunitario, no una maquinaria que dicta desde lejos. En otras palabras, el poder local es ejercido por aquellos que conocen íntimamente las necesidades y deseos de su entorno. Se trata de un concepto que aterriza como piedra en el agua estancada de las burocracias centralizadas.
Muchos no comprenden que el verdadero sentido de la libertad es poder elegir vivir conforme a nuestras propias reglas. Es aquí donde Serdyuk se convierte en un gigante dormido que, de ser despertado, podría ser un ejemplo para otras comunidades rurales que buscan vivir de manera similar. Sus habitantes podrían mostrarnos a todos el camino de regreso a lo esencial: a entender que el vínculo con nuestra tierra y nuestros vecinos es tan significativo como cualquier avance científico.
Entonces, ¿por qué no mirar en la dirección de Serdyuk y aprender? Quizás el miedo a descubrir una independencia tangible que reta la dependencia a todas las comodidades modernas es lo que realmente intimida. Es fácil burlarse de lo que no se entiende. Pero aquellos que son mis verdaderos pares, entenderán que el potencial de Serdyuk y su forma de vida podría ser una fuente de inspiración en tiempos en que los valores tradicionales parecen estar en peligro de extinción.