¿Alguna vez te has preguntado cómo una sola reunión puede cambiar el curso del pensamiento occidental? Bueno, el Seminario de Isfahan es una de esas curiosidades históricas que pocos conocen pero que podría haber sacudido los cimientos de la modernidad. Este fascinante encuentro tuvo lugar entre 1974 y 1978 en la ciudad de Isfahan, Irán, influyendo en algunos de los más brillantes pensadores del siglo XX. Por si fuera poco, su impacto se siente en la política y en la sociedad hasta el día de hoy. ¿Exageración? Para nada.
El quién y el qué vienen de la mano de un grupo de filósofos, intelectuales y científicos, reunidos con un objetivo común: repensar la racionalidad moderna. Guiados por la crítica de las bases epistemológicas occidentales, estas mentes querían explorar alternativas que no estuvieran únicamente ancladas en el pensamiento cartesiano. Algunos nombres sonoros incluyeron a Michel Foucault y otros conocidos por sus polémicas ideas. El cuándo ya te lo hemos desvelado—los años setentas—un momento tumultuoso y vibrante en la historia mundial, donde las luchas ideológicas estaban a flor de piel.
Pero no nos olvidemos del dónde. Isfahan, Irán, una ubicación tan inesperada como cargada de simbolismo. ¿Por qué no llevarlo a cabo en alguna ciudad europea? A veces, alejarse del epicentro del ruido te permite ver con mayor claridad. Y es que esta elección no era únicamente logística; era un mensaje sobre cambiar el locus de discusión.
Ahora, quédate con nosotros justo aquí, porque vamos a desglosar por qué el Seminario de Isfahan tiene más relevancia hoy que nunca.
Una Remoción del Eurocentrismo: Uno de los mayores logros de este seminario fue cuestionar la visión eurocéntrica que domina la mayoría de las filosofías y ciencias sociales. En un tiempo donde Occidente era considerado el centro del saber, los que se reunieron en Isfahan buscaban resituar el foco. ¿Por qué cerrarse al conocimiento generado fuera de sus fronteras? Bueno, porque todavía pensaban que el mundo gira a su alrededor, y habilidades como las 'perspectivas múltiples' eran solo para los iluminados.
El Eco del Conservadurismo Intelectual: En un contexto donde el relativismo se lleva todas las alabanzas, el Seminario de Isfahan sirvió para darle una bofetada a la arrogancia intelectual de la época. ¡Una pausa para el aplauso! En lugar de aferrarse a la certeza de las afirmaciones absolutas, propusieron explorar otras formas de racionalidad sin perder la firmeza. ¿El resultado? Un eco conservador que susurraba que quizás, solo quizás, no todas las tradiciones racionales nacieron iguales.
Crítica del Modernismo: El seminario no se privó de criticar el modernismo. Para ellos, las promesas de progreso no eran más que espejismos. Al igual que otros movimientos que vinieron después, la crítica al modernismo era parte de un deseo de rescatar las profundas raíces culturales que Occidente insiste en ignorar. Un deseo, claro, no complaciente a nuestra agenda 'progresista'.
Relevancia en la Actualidad: ¿Es el Seminario de Isfahan relevante hoy en día? La respuesta abrumadora es sí. En tiempos donde hay una creciente desconexión entre las sociedades modernas y sus raíces filosóficas, estas conversaciones no pueden ignorarse. También plantea una pregunta picante: ¿Cuántas ideas actuales están fundamentadas en arenas movedizas? Imagínate la ironía.
Preocupaciones Sociales y Políticas: Un tema candente discutido fue la superación de los problemas sociales y políticos que parecen inconsolables hoy. La crítica al imperialismo cultural no era comparable con la apertura ciega de puertas sin filtros, algo que no les gustará escuchar a aquellos que abogan por naivité con los brazos abiertos. Que no se molesten, algunos pueden levantarse con el pie izquierdo.
Espiritualidad Racional: El aspecto espiritual también tuvo su momento bajo los reflectores, mostrando a muchos que la espiritualidad no tiene que estar en conflicto con la racionalidad. Si piensas que es obsoleto, detente un segundo: algunos occidentales tienden a desechar la espiritualidad por el dogma científico. El seminario fue una ventana a una forma de espiritualidad más arraigada, y nada light.
Destrucción de Mitos Ideológicos: Hablar del Seminario de Isfahan es hablar de la desmitificación de las creencias ideológicas absolutas. Al igual que en un buen juego de ajedrez, siempre hay trampas escondidas bajo tablas de mentalidades restringidas. Cualquier intento de desmantelar tal rigidez es un gran 'checkmate'.
La Confluencia de Culturas: Al realizar el evento en Isfahan, el seminario fomentó un diálogo entre culturas como nunca. Rompiendo bloques de hielo que parecían infranqueables, muchas cuestiones culturales encontraron puentes para alcanzar el conocimiento. ¿Un entorno tal sería posible hoy sin un griterío de rechazo? Puede que cueste admitirlo.
El Futuro de la Razón: Pese a su historia en comparación con las pasiones contemporáneas, uno de los legados del seminario fue abrir puertas para que nuevas generaciones redefinan qué constituye la razón. En un mundo donde todo está sujeto a debate, una fundación firme a la razón debería ser un punto de partida, pese a que algunos no lo quieran ver así.
Un Legado Necessario: Finalmente, el Seminario de Isfahan ha legado la necesidad de no dar por sentado las premisas sobre las cuales se fundan nuestras sociedades. Una dosis de sobriedad pocas veces vista en las modas y gritos que buscan achatar el sentido crítico.
Es curioso observar cómo una reunión de hace cincuenta años sigue siendo un recordatorio solapado de que a lo mejor, el futuro necesita más de ese espíritu de crítica empoderador que de la doctrina progresiva. Quizás es tiempo de que la historia admire tales movimientos, no como un retroceso, sino como un paso de sabiduría que pocos valiente quisieron tomar.