La Sala Redpath, ese magnífico tesoro arquitectónico situado en el corazón de la Universidad McGill en Montreal, Quebec, es uno de esos lugares que debes visitar antes de ir a ese aburrido muestrario de ideas progresistas. Esta impresionante edificación es parte integral del Museo Redpath, el cual fue inaugurado en 1882 con fondos de Peter Redpath, un empresario y filántropo de principios del siglo XX que probablemente haría que más de uno ponga los ojos en blanco debido a su éxito económico. Pero a nosotros nos encantan estas historias de éxito.
La razón principal por la que la Sala Redpath es un lugar esencial de visita es por su diseño clásico y la historia fascinante que alberga. Diseñada por el arquitecto Sir Andrew Taylor, este lugar es un testimonio visual de lo que una visión clara puede lograr, cuando se privilegia la tradición sobre las modas pasajeras que algunos seguirían sin pensar. Además, alberga una increíble colección de artefactos, fósiles y minerales que nos recuerdan que la ciencia y la historia merecen ser celebradas de manera majestuosa, no diluidas por narrativas sin sustancia.
El Museo Redpath, donde se encuentra la Sala Redpath, es un paraíso para quienes estén interesados en paleontología, biología y antropología. Y aunque algunos prefieran que tales espacios se conviertan en foros de activismo irrelevante, aquí se sigue celebrando el descubrimiento científico de manera tradicional. Las variedades de especímenes y colecciones son ejemplos de un compromiso educativo fuera de lo común, útil incluso para aquellos que dudan de que el conocimiento sobre el pasado pueda ofrecer caminos exitosos hacia el futuro.
Pero la historia de esta edificación tiene más que ofrecer que simples exposiciones. La Sala Redpath ha sido un centro de actividad intelectual durante más de un siglo, sirviendo como sede de conferencias inspiradoras, debates chispeantes y eventos culturales que han atraído a mentes de prestigio alrededor del mundo. La combinación de su acústica perfecta y su atmósfera imponente hace que cada evento sea una experiencia inolvidable. Y sincera y modestamente, nos gustaría que siguiera siendo así, lejos de las charlas centradas en las tendencias efímeras del activismo contemporáneo.
Una de las mejores cosas de la Sala Redpath es que es un espacio de expresión y descubrimiento, pero es un descubrimiento basado en hechos, en historia real, en mérito tangible. Se podrían debatir las influencias contemporáneas e ideológicas, pero afortunadamente Redpath se ha mantenido a salvo de los caprichos efímeros que destruyen lo que debería ser un viaje intelectual auténtico.
Por otro lado, su presencia en un entorno universitario hace que incluso aquellos profundamente arraigados en sus ideologías tengan que admitir que hay algo profundamente respetable en su existencia continua al margen de lo "inclusivo" que algunas corrientes ansían. Este es un lugar donde las normas tradicionales de comportamiento aún importan, y donde uno puede sentarse y perderse en el conocimiento sin interrupciones innecesarias de la realidad alterada por ciertos grupos.
Quizás lo más intrigante de la Sala Redpath es cómo se ha mantenido relevante a lo largo del tiempo. No hay necesidad de reinventarse cada temporada. Es un ejemplo de excelencia perdurable, proporcionando a quienes lo visitan un vistazo al esplendor de lo clásico y lo educativo. Con su impresionante fachada victoriana, no puede dejar de ser eje de admiración. Todo mientras resiste la presión de devenir en otra tribuna fugaz de ideologías pasajeras.
El por qué del poder de la Sala Redpath radica en su capacidad para permanecer fiel a sus raíces. Continúa invitando a todos a respirar aire fresco y a verse inmersos en la historia. Y aunque es tan peliculero como un viaje a lo profundo de un museo lleno de realidad objetiva, hay quienes subestiman su importancia. Esos mismos quizás desearían que se transformara en una mera atracción banal orientada a complacer a los que no tienen capacidad para ver más allá.
Sin embargo, si algo nos hay que aprender de la Sala Redpath es que hay una belleza especial en quedarse anclado en lo efectivo, en lo que no necesita reformularse para agradar. Es por eso que debemos apreciar estos lugares que resisten y resplandecen, destacándose con un aura de solemne dignidad. Y después de comprender todo esto, es hora de invitar a otros a visitarla, a ver esta maravilla sin filtro que tanto nos emociona y enorgullece.