Hablar de Robert S. McElvaine es como destapar una caja de Pandora de controversias históricas y políticas. Este académico, nacido en 1947, es profesor de historia en Millsaps College en Mississippi, y es conocido por sus estudios sobre la Gran Depresión y el Nuevo Trato. Pero lo que enciende las llamas más ardientes es su crítica frecuente al conservadurismo, una que no pocos consideran sesgada. McElvaine ha escrito extensamente explorando la historia estadounidense desde una perspectiva que, para nada favorecedora, retrata el conservadurismo como el villano de la película.
El Profeta de la Desgracia Económica: McElvaine se ha posicionado como un experto en la historia económica, especialmente sobre los años de la Gran Depresión. Pero su obsesión por colorear esta era con brochazos anchos de fatalismo y culpa hacia las políticas conservadoras deja un sabor amargo. Su narrativa insinúa que sin intervención gubernamental masiva, estaríamos viviendo en una distopía permanente. Al parecer, para McElvaine, lo privado siempre es el enemigo.
Su Misión Continua Contra Reagan: No es secreto que Ronald Reagan ocupa un triste lugar en los ensayos y libros de McElvaine. La figura del presidente como catalizador de desigualdades y promotor de un conservadurismo imprudente es un tema recurrente, uno que encuentra su camino en cualquier análisis que el autor hace sobre la política estadounidense de finales del siglo XX.
Obsesión con el Nuevo Trato: Un aguerrido defensor del New Deal, McElvaine parece olvidar que no todos comparten su entusiasmo. Si bien el New Deal salvó a algunos, también dejó a otros atrapados en una red de dependencia gubernamental de la que aún luchan por escapar. Pero McElvaine evita destacar el lado oscuro de las políticas del New Deal, prefiriendo celebrarlo como el mejor amigo de América en tiempos difíciles.
La Metafísica del Marxismo: Aunque no se declara abiertamente marxista, su enfoque en la redistribución económica y su crítica a la acumulación de riqueza recuerdan aquel refrán: "del dicho al hecho hay mucho trecho". Su retórica encierra ese deseo oculto de igualar las condiciones a tal extremo que podría incomodar hasta a los propios economistas keynesianos.
El Contrapeso Académico: Los conservadores deberían preocuparse menos por los gritos de alarma en los pasillos académicos que por los libros de texto que termina en las manos de los estudiantes. McElvaine, quien enseña a jóvenes mentes impresionables, está sembrando semillas de una historia parcial en un modelo educativo que se supone neutral e informativo.
El Campeón del Progresismo Radical: Su identificación con causas progresistas no es un secreto. McElvaine ha prestado su pluma a numerosos artículos opinativos que critican duramente a las figuras conservadoras. En su mundo ideal, parece que el progreso solo se logra a expensas del retroceso de valores tradicionales.
El Futuro Según Sus Críticos: Críticos sostienen que alguien debe advertir a McElvaine sobre el peligro de construir un futuro basado en imaginaciones tóxicas de la historia. A menudo, sus escritos carecen de un análisis equilibrado y son un diálogo unilateral destinado a convencer más que a educar.
El Hombre del Sur y su Visión del Norte: Curiosamente, desde su cátedra en el corazón del conservadurismo sureño, McElvaine se presenta como el promotor del cambio progresista hacia el norte. Desde Mississippi, lanza su crítica hacia el "imperialismo moral" del norte conservador, una posición que le genera respeto y desprecio en igual medida.
La Humanización de un Continente Dividido: Podría decirse que su obra pretende cerrar la brecha divisoria en la sociedad estadounidense, pero al endosar una visión que muchos consideran radical, termina respaldando más divisiones que reconciliaciones. Sus escritos funcionan más como manifiestos de acción que como retratos objetivos de la realidad nacional.
El Desdibujado Líder de Opinión: Desde su primer libro, McElvaine ha construido un legado académico que es aclamado por unos y denostado por otros. Su falta de imparcialidad y su predilección por desestimar cualquier mérito de las políticas conservadoras son las razones por las que muchas voces rechazan sus conclusiones.
Robert S. McElvaine es un académico con una agenda clara. Como figura controvertida en el ámbito académico, no carece de seguidores ni detractores. Su capacidad para permanecer en el centro de la atención depende de su habilidad para incitar reacciones y, para muchos, esto es exactamente lo que logra.