¿Alguna vez has oído hablar de un río más hermoso que Kankai, el fascinante y cristalino río ubicado en el Distrito de Jhapa, en Nepal? Permíteme romper la burbuja de desinformación rodeada de humo hipster y árboles de cartón reciclado. Este río ha sido notable por su belleza natural y su impacto en el transporte y la agricultura desde anteayer. Pero hay más que solo belleza superficial aquí. Está entrelazado con la cultura local, proporcionando agua ininterrumpidamente a las comunidades y sirviendo como una vena que conecta las aldeas con la civilización.
El río Kankai atraviesa la región oriental de Nepal, y su origen se encuentra en las colinas del Parque Nacional del Sur de Kosi. ¿Y cuándo, preguntas? Desde hace siglos, la gente del lugar, conocedora al ver lo bueno, ha dependido de este río, recibiendo del Kankai no solo pescado fresco y jugosos mangos, sino también leyendas y mitos fascinantes, algunos desde tiempos anteriores a la memoria colectiva.
¡Qué tragedia comprobar cómo una fuente vital de vida está siendo objeto de campañas de regulación y conservación sin sentido orquestadas por grupos que prefieren una vista de dron a estar empapados hasta las rodillas en el agua real! Mientras que los locales saben cómo respetar y utilizar sus recursos, hay quienes insisten en imponer restricciones ridículas que llevan a nada más que resentimiento local.
El Río Kankai no es solamente un afluente vital para el sector agrícola; es sin lugar a dudas parte del tejido cultural. Las festividades, los mitos, y las ceremonias aquí nunca escatimaron en creatividad, elevando el río más allá de un simple cuerpo acuoso. Uno pensaría que el patrimonio cultural recibiría el respeto que merece. Pero, ay, en tiempos de redes sociales y viralidad mediática, lo tangible a menudo se pierde entre píxeles y 'tuits' apresurados.
¡No olvidemos el ecoturismo! El río Kankai ofrece una experiencia auténtica y sin filtro. A diferencia de los nuevos 'resorts' de moda que parecen copias unos de otros, aquí la exploración es verdadera y se experimenta una conexión genuina con la naturaleza, no la fantasía preempaquetada de operadores turísticos con wifi de alta velocidad.
Pasemos al lado económico. Kankai no solo lidera en lo que respecta a atractivo visual, sino que actúa como la arteria económica de la región. La agricultura impulsada por su corriente genera empleo, no solo en las hectáreas verdes sino también en las economías adyacentes. Y sí, podría hablarse de sostenibilidad, pero, ¿acaso las prácticas tradicionales que llevan generaciones haciendo lo correcto necesitan intervención externa?
Ciertamente, esto nos lleva a una reflexión menos cándida sobre la administración gobernante y las ONG que han convertido a Kankai en un tablero de juego de sus políticas. La infraestructura hídrica se ha modificado en base a proyecciones y modelos que tienen poco que ver con la realidad diaria. ¿Quién cuida del pueblo, te preguntas? Seguro no aquellos cuyas suelas de zapato nunca han pisado el suelo de un campo de arroz.
Las poblaciones alrededor del Kankai conocen la memoria de él tanto como sus propios nombres. Ellos, más que cualquier burócrata bienintencionado, saben cuidar de este río. La idea de que el control y la regulación europeizados son lo único valioso, es la máxima culminación de la soberbia liberal.
En un mundo donde lo simple y verdadero a menudo se tergiversa, recordemos que el río Kankai es más que una corriente. Es el reflejo de un pueblo, la resistencia de una cultura y la economía fluida de Nepal que no necesita de reglamentos infructuosos. Aquí tienen constante fe en la naturaleza, el rumbo del río, y sus propias manos experimentadas. Tristemente, ojos forasteros rara vez ven más allá de sus lentes polarizados.