Richard Brittain no es tu personaje promedio de las noticias cotidianas. ¿Quién es Richard Brittain, te preguntarás? Bueno, él es un escritor británico que ganó notoriedad cuando, en octubre de 2015, fue arrestado por un incidente poco convencional. ¿Dónde sucedió esto? En el Reino Unido. ¿Por qué merece nuestra atención? Porque en una época en la que se espera que los adultos actúen como tales, Brittain se dejó llevar por la furia de una crítica literaria negativa y viajó más de 800 kilómetros para enfrentar a una mujer que, en su blog, menospreció su libro. Este acto nos hace pensar sobre la fragilidad del ego humano y lo absurdo de la violencia en los tiempos modernos.
Primero, consideremos la ironía de un autor que no puede manejar opiniones. Richard había escrito una novela titulada 'The World Rose'. Como cualquier escritor, lo que más deseaba era reconocimiento y admiración. Sin embargo, un comentario negativo en Internet lo desató. Es hasta cómico: en lugar de tomar el camino alto y mejorar su arte, decidió enfrentar a su crítica cara a cara en una especie de cruzada personal y ridícula.
La decisión de Brittain de atacar físicamente a una de sus críticas es algo que habría sido objeto de burla en cualquier otra época. Uno no puede evitar preguntarse si el ataque a la crítica abundaba algo más que un simple afán de venganza. Aquí tenemos un excelente ejemplo de cómo la sensibilidad moderna nos ha convertido en generaciones de personas que no pueden enfrentar desacuerdos sin descargar frustraciones de formas irracionales.
Es curioso cómo Brittain viajó físicamente a otro país para confrontar lo que debería haber sido un inconveniente menor. Quizás esto proporciona una visión sobre el estado mental de algunos en nuestra sociedad actual, una obsesión por las apariencias en línea que hace que las reacciones sean desproporcionadas a la situación. Las redes sociales alimentan el narcisismo, creando individuos que no pueden soportar críticas racionales o incluso triviales.
A menudo nos explican que debemos ser más comprensivos, pero parece que la indulgencia ilimitada está produciendo precisamente el tipo de mentalidad que Richard Brittain representa. Un mundo en el que el egocentrismo es alimentado por la perpetua necesidad de aprobación digital y donde salir en busca de venganza se puede ver como una acción válida...
Es precisamente este tipo de comportamiento lo que algunos liberales desearían ignorar o minimizar. Pero aquí tenemos que preguntarnos, ¿deberíamos empatizar con alguien que se convierte en depredador debido a críticas normales y sanas a su obra artística?
Este caso, en última instancia, no es solo sobre Brittain. Es el síntoma de un problema mayor donde la autoestima está ligada directamente a los me gusta y aprobaciones virtuales. Las prioridades están desordenadas, y el caso de Brittain es una manifestación cruda y exagerada de lo que podría ser cualquier día de un usuario promedio de redes sociales que no supo tomar las críticas con sencillez.
El hombre fue finalmente condenado en 2016 a 30 meses de prisión. Mientras que algunos podrían argumentar que esto es la culminación de una serie de errores de juicio, otros podrían verlo como una dura lección sobre las consecuencias de permitir que el ego dirija nuestras acciones. Este evento no deja de ser un reflejo estridente de qué tan fuera de control puede llegar a estar el sentido de la propia importancia en el contexto digital moderno.
La historia de Richard Brittain es una advertencia. Nos desafía a reflexionar sobre la forma en que la tecnología está moldeando nuestros espíritus y mentes. Nos pide reconsiderar si estamos preparados para aceptar la crítica o si estamos a un comentario negativo de una cruzada personal similar.