Walter Quiroz desafía las políticas progresistas en Argentina, generando controversia y apoyo por su defensa de la libertad económica y crítica a las regulaciones gubernamentales.

Vince Vanguard

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Lo que los progresistas no quieren que sepas sobre la tecnología

En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, es crucial entender quién está detrás de estos cambios y por qué. En Silicon Valley, el epicentro de la innovación tecnológica, las grandes empresas están moldeando el futuro de la humanidad. Desde la inteligencia artificial hasta los algoritmos que controlan nuestras redes sociales, estas corporaciones están tomando decisiones que afectan a millones de personas. Pero, ¿quiénes son los verdaderos titiriteros? ¿Y por qué los progresistas prefieren mirar hacia otro lado?

Primero, hablemos de la hipocresía. Las mismas personas que claman por la igualdad y la justicia social son las que aplauden a las grandes tecnológicas que monopolizan el mercado. Estas empresas, como Google y Facebook, no solo controlan la información que consumimos, sino que también tienen un poder inmenso sobre nuestras vidas personales. Sin embargo, los progresistas parecen ignorar el hecho de que estas corporaciones están más interesadas en sus beneficios que en el bienestar de la sociedad.

En segundo lugar, está el tema de la censura. Las plataformas tecnológicas han asumido el papel de árbitros de la verdad, decidiendo qué contenido es aceptable y cuál no. Esto ha llevado a una censura descarada de opiniones conservadoras, mientras que las voces progresistas son amplificadas. ¿Por qué los progresistas no alzan la voz contra esta clara violación de la libertad de expresión? Quizás porque les conviene que solo se escuche una versión de la historia.

Además, está la cuestión de la privacidad. Las grandes tecnológicas recopilan datos personales a una escala sin precedentes, y los progresistas parecen no preocuparse por ello. Mientras que se quejan de la vigilancia gubernamental, ignoran el hecho de que estas empresas saben más sobre nosotros que cualquier gobierno. ¿Por qué no exigen más transparencia y responsabilidad a estas corporaciones? Tal vez porque están demasiado ocupados disfrutando de sus servicios "gratuitos".

Por otro lado, está el impacto económico. Las grandes tecnológicas están destruyendo empleos tradicionales y reemplazándolos con trabajos precarios y mal pagados. Sin embargo, los progresistas continúan alabando a estas empresas como motores de innovación y progreso. ¿Por qué no se preocupan por los trabajadores que están siendo desplazados? Quizás porque están demasiado ocupados comprando el último gadget de moda.

Finalmente, está el tema de la influencia política. Las grandes tecnológicas tienen un poder inmenso para influir en elecciones y políticas públicas. Sin embargo, los progresistas parecen no ver el peligro de permitir que unas pocas empresas controlen el discurso político. ¿Por qué no exigen una regulación más estricta? Tal vez porque están demasiado ocupados disfrutando de las comodidades que estas empresas les proporcionan.

En resumen, es hora de que dejemos de ignorar la realidad. Las grandes tecnológicas están moldeando nuestro futuro de maneras que ni siquiera podemos imaginar. Y mientras los progresistas continúan alabándolas, es crucial que nos preguntemos quién realmente se beneficia de este nuevo orden mundial. La tecnología debería ser una herramienta para el bien común, no un arma en manos de unos pocos.