Retablo: Una Mirada Desafiante a las Tradiciones

Retablo: Una Mirada Desafiante a las Tradiciones

¡Atrévete a sumergirte en una película que desafía tu forma de pensar! "Retablo", dirigida por Álvaro Delgado Aparicio, mezcla tradición y cambio en el corazón de los Andes peruanos.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

¡Atrévete a sumergirte en una película que desafía tu forma de pensar! "Retablo", dirigida por Álvaro Delgado Aparicio y estrenada en 2017, es una obra maestra del cine peruano que te lleva al corazón de los Andes peruanos, mostrando un choque inevitable entre lo ancestral y lo contemporáneo. La historia sigue a Segundo, un joven aprendiz de retablista, arte tradicional de creación de altares en miniatura, bajo la guía de su padre Noé. Todo parece seguir un camino de sueños y herencias hasta que una revelación lo cambia todo y sacude los cimientos de su mundo y sus creencias.

¿Quién podría imaginar lo poderoso que sería el cine en exponer los problemas de una sociedad y, al mismo tiempo, preservar su rica cultura? Situada en las impresionantes montañas de Ayacucho, "Retablo" no solo cuenta una historia personal, sino que también desafía percepciones con audacias inusuales en el cine actual. Representa la lucha interna entre la tradición y los cambios inminentes, una tensión constante que se siente en cada escena. A través de la cámara de Diego Vidarte, los paisajes no solo son fascinantes escenografías, sino también un reflejo del aislamiento y la belleza salvaje que una familia debe enfrentar al escudriñar su propio destino.

Ahora bien, ¿qué hace que "Retablo" sea tan provocadora y tan distinta de otras películas de su género? Primeramente, la historia personal de Segundo está impregnada de un realismo brutal, una oda a la lucha por aceptar el cambio personal frente a las normas sociales arraigadas. Para los amantes de lo políticamente correcto, su enfoque desafía las olas de conformismo moderno. Hay algo único en el enfoque crudo de la dirección de Delgado Aparicio que se niega a ceder a los conceptos utópicos promovidos por la izquierda. Segundo no es presentado como un héroe simplista ni como una víctima pasiva. Su evolución es orgánica y complicada, que realmente refleja la lucha del ser humano al enfrentarse a la dictadura de lo establecido.

La película está impregnada de simbolismo religioso, otro aspecto que sin duda irritará a quienes ven el cine solo como vehículo de entretenimiento o propaganda. La figura del retablo es un paralelismo constante del microcosmos familiar y cultural. Es un altar que guarda secretos tan venerados como vergonzosos, y a través de él, vemos cómo los personajes deben tomar decisiones que los acercan a su verdad más íntima, enfrentándolos con un inevitable cuestionamiento del quiénes son realmente. Es arte dentro del arte, y su meticulosa ejecución es una lección de cómo las viejas tradiciones pueden ser tanto cadenas como puentes hacia un nuevo entendimiento.

Y si hablamos de la autenticidad, no podemos pasar por alto el uso del idioma quechua, lengua local que añade capas de autenticidad y riqueza a la narrativa. Más que un simple adorno exótico, el quechua da voz a una infraestructura cultural lenta pero firmemente desmoronada por las fuerzas modernas. Es una forma clara de señalar cómo la globalización y los supuestos progresos occidentales tratan de devorar lo genuino, lo que verdaderamente define a una comunidad.

Por supuesto, "Retablo" no está exenta de críticas, sobre todo desde aquellos que siempre añoran miradas más inclusivas u optimistas. Algunos pueden argumentar que la falta de una conclusión feliz muestra el pesimismo del director, pero ¿desde cuándo la verdad debe ser cubierta por una envoltura de mentiras edulcoradas? Esta película, valientemente, insiste en que no es necesario revertir a tópicos complacientes para tocar el alma humana, algo que más de una producción multimillonaria debería considerar.

Un vistazo a "Retablo" es un vistazo a esas partes de la sociedad que preferimos ignorar o edulcorar. La poderosa actuación de Junior Béjar como Segundo y Amiel Cayo como Noé nos recuerda a lo que el cine puede hacer: encender preguntas difíciles y confrontar lo establecido. Para un sector, cualquier intento de exponer la autenticidad y belleza de una cultura sin caer en atractivas lacras de victimismo resulta subversivo. Sin embargo, para los verdaderos cinéfilos, "Retablo" es una respuesta audaz a un cine que muchas veces se contenta con ofrecer escapismo en lugar de abrir debates necesarios.

"Retablo" es un diálogo entre generaciones, entre lo nuevo y lo viejo, unicidad cultural contra uniformidad homogénea. Pero más que ello, es una historia que te pide tomar una postura y preguntarte de qué lado estás: del confort de lo convencional o de la libertad de cuestionar. Sin adornos y con una sinceridad desgarradora, esta película te deja pensando en el valor de sostener, retar, y quizás, transformar lo heredado.