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Raíces profundas en las calles, coches rápidos, y un guion que retumba como una sinfonía de metal rompiéndose. Así comienza "Raid", la impactante película de acción de 2023 que ha capturado la atención y, en algunos casos, la ira de sus espectadores. Dirigida por el audaz cineasta Robert Tang, el filme nos arrastra a una ciudad distópica en la que un equipo de operaciones especiales debe liberar a la metrópoli de un régimen corrupto y tiránico. Estrenada en septiembre de 2023, "Raid" ha sido rodada en la vibrante ciudad de Berlín, pero sus temas resuenan en todo el mundo, particularmente en aquellos que buscan acción pura y mensajes directos.
Lo primero que hay que reconocer es que "Raid" no pretende complacer a todo el mundo, y eso es precisamente donde radica su encanto. La película sin lugar a dudas desafía la alocada corrección política de hoy, mostrando personajes que son claros en sus principios: el bien y el mal no tienen zonas grises, algo que muchos preferirían evitar frente a la pantalla. En una era en que las producciones cinematográficas son cada vez más políticamente correctas, "Raid" se atreve a no disculparse ni una sola vez por sus decisiones narrativas.
El protagonista, interpretado por el imponente Mark Desmond, es un soldado endurecido que se enfrenta a una elección imposible —arriesgar todo para liberar a las generaciones futuras, o someterse al control despiadado de un líder dictatorial. Mark Desmond encarna el tipo de héroe que rara vez se ve en las producciones actuales: fuerte, inflexible, y con una moral clara y no ambigua.
Las escenas de acción son puro cine basado en riesgo y habilidad. Hay una secuencia, en particular, donde Desmond y su equipo atraviesan un edificio plagado de enemigos que deja boquiabierto incluso al espectador más exigente. Este tipo de acción brutal y directa parece ser cada vez más rara, pero "Raid" le hace un guiño certero a eso de 'la vieja escuela', donde lo importante es el heroísmo físico y la superación personal.
Es interesante cómo la película también nos mete de lleno en un panorama cercano a nuestra realidad, donde las ciudades pueden convertirse en sinónimo de opresión y libertad. Las imágenes poderosas y vívidas dejan en claro que se trata de un trabajo muy bien pensado desde la cinematografía hasta los efectos visuales. Un toque casi nostálgico que evoca los días en que las acciones de los héroes tenían consecuencias reales.
La banda sonora merece también una mención especial por mantener la adrenalina alta durante las dos horas que dura el film. La música intensifica cada choque, cada tiro y cada decisión crítica que toma nuestro protagonista. Definitivamente, "Raid" sabe cómo mantener al espectador al borde de su asiento sin complicaciones.
Hay quienes critican lo que llaman falta de inclusión o de diversidad de ideas, pero ahí está la verdadera ironía: "Raid" se reafirma como un producto que no busca agradar a todos, sino que se planta firme en lo que representa. Para algunos, eso resulta ser un soplo de aire fresco, un alivio entre tantas producciones uniformes que evitan correr riesgos para no lastimar susceptibilidades. No es que "Raid" carezca de valores, sino que reafirma un tipo de valor diferente: el individualismo y el coraje frente a la tiranía.
Los detractores que acusan a la película de ser demasiado agresiva en su mensaje pueden estar midiéndola con la vara equivocada. La película ofrece una reflexión sobre los peligros del poder desenfrenado, y un recordatorio de cómo las sociedades pueden caer en la complacencia. La trama, los personajes y la acción no dejan espacio para los matices habituales de las producciones cinematográficas modernas y eso es, precisamente, lo que la hace destacar.
Para quienes buscan evadirse por unos momentos y sumergirse en un mundo donde el heroísmo no se negocia y la violencia se emplea como herramienta de liberación, "Raid" es esa experiencia inolvidable. No esperen encontrar aquí figuras débiles, melindrosas o indecisas; "Raid" no deja lugar para la duda. La pregunta está en quién será el próximo que se atreverá a romper con los moldes establecidos y, quizás, abrir nuevos caminos ya no solo en el cine, sino en nuestra forma de entender las historias que realmente quieren ser contadas.