Quiz Nanairo Dreams: ¿Juego o Propaganda de Diversidad?

Quiz Nanairo Dreams: ¿Juego o Propaganda de Diversidad?

Quiz Nanairo Dreams combina novelas visuales y lucha en los vibrantes años 90. ¿Es un simple juego o esconde un mensaje sobre roles de género?

Vince Vanguard

Vince Vanguard

Quiz Nanairo Dreams no es solo un juego de recreativas, es un fenómeno que nace en los vivaces años 90, específicamente en 1996, cuando la marca aclamada, Capcom, pensó que mezclar novelas visuales con géneros de lucha podría ser la combinación ideal. Situado en un Japón rebosante de colores e historias de amor, este videojuego fue uno de esos experimentos que solo los valientes emprenderían. Pero, ¿es realmente una especie de pasatiempo inocente, o hay algo más detrás que a menudo ignoramos?

En su núcleo, encontramos una historia bastante sencilla: un protagonista masculino tratando de encantar a una de las siete mujeres mágicas dentro de un lapso de tiempo determinado. Podría parecer el típico cuento del príncipe azul, pero, ¿qué sucede cuando rasgamos la superficie? Aquí es donde nuestra discusión se torna más interesante.

Cada personaje femenino se convierte en una personificación de clichés y estereotipos: desde la inocente chica de al lado hasta la femme fatale con una inclinación oscura. El juego parece, de manera subliminal, promover ideas anticuadas sobre cómo debería ser el romance. Podría argumentarse que refuerza roles de género pasados de moda, insinuando que las mujeres solo existen como objetivos a conquistar en un juego. Mientras que algunos pueden argumentar que es arte, otros podrían cuestionar si es un reflejo de valores que deberíamos superar.

En aquella época, los gráficos pixelados y la música chip-tune de Quiz Nanairo Dreams conquistaron a una parte considerable de los trotamundos de las recreativas. Todo sucede en calles animadas, entre luces de neón y tejados al atardecer. Sin embargo, en su esencia, el juego parece no saber si se inclina más hacia una especie de realidad alternativa o a una fantasía anacrónica. ¿Es este romanticismo idealizado una muestra de creatividad o una distribución de valores que hemos estado criticando durante décadas?

Podría decirse que, al crear el juego, Capcom quiso presentar un mundo tecnicolor de libertad donde todo pone a prueba la moral del jugador. Sin embargo, algunos piensan que este título ha pasado por alto la posibilidad de empoderar verdaderamente a sus personajes femeninos, relegándolos a meros trofeos. Cada elección en el juego parece diseñada para revelar algún tipo de debilidad emocional atribuida injustamente al personaje femenino, lo que provoca el debate sobre qué tipo de mensajes estamos transmitiendo.

A nivel social, Quiz Nanairo Dreams provocó una reflexión sobre cómo la industria de los videojuegos ha moldeado, y a veces deformado, la percepción de las relaciones humanas. Quizás fascine analizar cómo, incluso hoy en día, un juego lanzado hace más de dos décadas es capaz de generar conversaciones en torno a la representación del género y las expectativas sociales.

En cada combate o elección de diálogo, uno puede ver una capa de cultura que particularmente nos muestra cómo aquellos años no fueron ajenos a la idea de experimentar con las tradiciones pasadas. Sin embargo, es igualmente crucial pedir a los creadores de contenido que tengan una responsabilidad mínima al considerar cómo su material afecta al público joven e impresionable.

Esto nos lleva a interrogarnos sobre lo que realmente vino primero: ¿los juegos como Quiz Nanairo Dreams inspiraron a replicar esta dinámica en la vida real, o fueron las creencias preexistentes lo que inspiraron la creación de juegos como este? No cabe duda de que, parte de esta tendencia en la industria del entretenimiento está vinculada a la búsqueda de liberales de glorificar una diversidad superficial para mejorar la 'inclusividad'.

Al final del día, este juego es una especie de cápsula del tiempo. Nos muestra tanto el progreso que hemos logrado como las piedras que aún nos quedan por virar en lo que respecta a la representación justa y cuidada de todas las personas en los medios. Y aunque Quiz Nanairo Dreams nunca se propuso ser más que una experiencia lúdica, también demuestra ser un ejemplo destacado de qué no volver a repetir si realmente queremos un futuro en juego más igualitario y auténtico.

Entre el cúmulo de la posmodernidad y el tradicionalismo, lo que finalmente parece surgir es una escena que pide a gritos un equilibrio. Un espacio donde las ideas de igualdad se exploren con profundidad y no solo como un estribillo pitado y descolorido a lo largo de un juego que prometía ser meramente divertido.