El kerógeno, una fuente de energía abundante y subestimada, podría revolucionar la industria energética y ofrecer independencia energética y beneficios económicos, a pesar de ser ignorado por los progresistas.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

El Kerógeno: El Oro Negro del Futuro que los Progresistas Ignoran

En un mundo donde la energía es el rey, el kerógeno emerge como el príncipe heredero que los progresistas prefieren ignorar. Este compuesto orgánico, que se encuentra en las rocas sedimentarias, es la clave para desbloquear vastas reservas de energía que podrían cambiar el juego energético global. Descubierto en el siglo XIX, el kerógeno se encuentra principalmente en Estados Unidos, Canadá y Rusia, y tiene el potencial de revolucionar la industria energética. Pero, ¿por qué no está en el centro de atención? Porque no encaja en la narrativa verde que tanto adoran.

Primero, hablemos de la abundancia. El kerógeno es increíblemente abundante. Se estima que hay más energía almacenada en kerógeno que en todo el petróleo crudo del mundo. Sí, leíste bien. Mientras los progresistas se obsesionan con los molinos de viento y los paneles solares, el kerógeno está ahí, esperando ser aprovechado. Pero claro, no es tan "sexy" como las energías renovables, ¿verdad?

Segundo, la tecnología. La tecnología para extraer energía del kerógeno ya existe. No estamos hablando de ciencia ficción aquí. Empresas en Estados Unidos y Canadá ya están desarrollando métodos para convertir el kerógeno en petróleo utilizable. Sin embargo, la falta de apoyo político y la presión de los grupos ambientalistas han frenado su desarrollo. Es como tener un Ferrari en el garaje y no poder conducirlo porque alguien te dice que es malo para el medio ambiente.

Tercero, la independencia energética. El kerógeno podría ser la clave para la independencia energética de muchos países. Imagina un mundo donde Estados Unidos no dependa del petróleo del Medio Oriente. Un mundo donde Canadá y Rusia puedan explotar sus propios recursos sin preocuparse por las fluctuaciones del mercado global. Pero, por supuesto, eso no encaja en la agenda de aquellos que prefieren que dependamos de fuentes de energía poco fiables y caras.

Cuarto, el impacto económico. La explotación del kerógeno podría crear miles de empleos y revitalizar economías locales. Las comunidades que actualmente dependen de industrias en declive podrían ver un renacimiento económico gracias a esta fuente de energía. Pero, ¿quién quiere hablar de empleos y prosperidad cuando puedes hablar de cambio climático y catástrofes inminentes?

Quinto, la seguridad nacional. La dependencia de fuentes de energía extranjeras es un riesgo para la seguridad nacional. El kerógeno podría reducir esa dependencia y fortalecer la posición de muchos países en el escenario global. Pero, claro, eso no es tan emocionante como las cumbres climáticas y los acuerdos internacionales que prometen mucho y logran poco.

Sexto, la realidad del cambio climático. Mientras los progresistas se aferran a la idea de que solo las energías renovables pueden salvarnos, el kerógeno ofrece una alternativa más realista. No estamos diciendo que ignoremos el cambio climático, pero es hora de ser pragmáticos. El kerógeno podría ser una solución intermedia mientras seguimos desarrollando tecnologías más limpias.

Séptimo, la hipocresía. Es curioso cómo aquellos que predican sobre la necesidad de reducir las emisiones de carbono son los mismos que vuelan en jets privados y viven en mansiones que consumen más energía que un pequeño pueblo. El kerógeno podría ofrecer una solución más equilibrada, pero eso no encaja en su narrativa.

Octavo, la innovación. La explotación del kerógeno podría impulsar la innovación en el sector energético. Nuevas tecnologías, nuevos métodos de extracción y procesamiento, y nuevas oportunidades para la investigación y el desarrollo. Pero, claro, eso no es tan atractivo como las promesas vacías de un futuro verde.

Noveno, el sentido común. En lugar de descartar el kerógeno como una fuente de energía del pasado, deberíamos verlo como una oportunidad para el futuro. Es hora de dejar de lado las ideologías y centrarse en soluciones prácticas que beneficien a todos.

Décimo, el futuro. El kerógeno es el futuro de la energía, nos guste o no. Es hora de dejar de lado las fantasías y enfrentarnos a la realidad. La energía es el motor del progreso, y el kerógeno podría ser el combustible que necesitamos para seguir avanzando.