¿A quién se le ocurre que ser auténtico es un error? En España, somos muchos los que alzamos la voz con el lema "Queremos seguir siendo lo que somos". Pero, ¿qué significa esto realmente y por qué nos negamos a desviarnos de esta ruta trazada por nuestras generaciones pasadas? En el agitado diciembre de 2018, en Andalucía, España, esta frase resonó como un grito de guerra en la política, cuando el partido VOX se situó en el centro del escenario reclamando un retorno a los valores tradicionales. Andalucía, ese rincón del sur que ha sido testigo de múltiples cambios a través de su historia, fue el lugar ideal para que estas palabras resurgieran, quizás como una evocación de un anhelo de identidad que trasciende a la geografía.
Lo que queremos es dejar claro que no necesitamos imponernos cambios radicales que van contra nuestra naturaleza. España es un país con una riqueza cultural impresionante, con tradiciones que nos diferencian y nos hacen únicos en el mundo. Pensar que hay una necesidad imperiosa de desmontarlo todo es una falacia que sólo busca alinearnos con una visión global homogeneizada que poco tiene que ver con nuestra esencia. Es curioso ver cómo algunos grupos intentan moldear la cultura española para que encaje en moldes foráneos. ¿Por qué tendríamos que renunciar a nuestras creencias o festividades que durante siglos han definido quiénes somos?
El avance del progresismo, con su compulsiva necesidad de deconstruirlo todo, sirve de contraejemplo perfecto de lo que muchos estamos dispuestos a rechazar. Tal parece que desean borrar de un plumazo lo que nuestros ancestros defendieron con tanto celo. Nuestra tradición no nos limita, por el contrario, nos da alas para volar dentro de un marco que asegura la continuidad de valores como el respeto, la familia y la esencia de nuestras costumbres.
En una era donde lo moderno es un mantra repetido en cada esquina, es pertinente recordar que lo moderno no es sinónimo de bueno o mejor. Hay una necesidad urgente de resaltar lo que hace que valga la pena conservar nuestras raíces. No se trata de un capricho sino de una necesidad de arraigo, de tener la seguridad de que lo que somos hoy tiene un reflejo en nuestro pasado y un sendero hacia nuestro futuro.
Este deseo de preservar nuestra identidad no es caprichoso ni retrogrado, sino un escudo contra el cambio descontrolado que no toma en cuenta las particularidades de cada pueblo. Es tan irracional como pensar que todos debemos vivir igual y renunciar a aquello que nos da pertenencia y sentido de comunidad. Dentro de este marco, "Queremos seguir siendo lo que somos" se convierte en un lema cargado de significado y un llamado a proteger lo que es esencialmente nuestro.
Alcanzar un equilibrio entre tradición e innovación es el verdadero reto. No es una negativa absoluta al cambio, sino un rechazo consciente a perder lo que nos es preciado. Si debemos integrar nuevas ideas, que sea sin olvidar de dónde venimos ni desmontar lo que nos ha costado tanto construir. La incorporación de lo nuevo debe ser armónica, respetuosa y consensuada, no impuesta como un mandato sin discusión, como muchas veces se presenta "el progreso".
Nuestra cultura es una amalgama de historias, cantos, platos típicos, y festividades que forman un tejido inigualable. Pretender que este patrimonio es un obstáculo en vez de un tesoro es traicionar no sólo a quienes nos precedieron sino también a nosotros mismos. España debe ser ejemplo de cómo mantener viva su esencia en un mundo que está cambiando rápidamente.
"Queremos seguir siendo lo que somos" no es un simple eslogan, es un recordatorio de que cada nación tiene derecho a ser fiel a su esencia. ¿Acaso demandar respeto por nuestra identidad es radical? Que se escuche bien claro: no cederemos en nuestra defensa de lo que somos por modas pasajeras ni presiones externas. España, con su variopinto mosaico de culturas, dialectos, y paisajes, no necesita justificarse ante slogans vacíos del modernismo.
En el corazón de este mensaje se encuentra el amor por nuestra patria y un compromiso firme de transmitir nuestras tradiciones a las futuras generaciones. Luchamos por aquello que entendemos como nuestra razón de ser. Ignorar esto es dejar al azar la transmisión de nuestra identidad a los hijos de nuestros hijos. Esto no es una nostalgia por un pasado que fue perfecto, sino un deseo de no perder un legado que aún tiene mucho que ofrecer.
Por tanto, cada vez que escuchen "Queremos seguir siendo lo que somos", piensen en esas fiestas locales, en esos abuelos que mantienen vivas las historias, en los platos que preparas en casa, en todo aquello que rompe la monotonía global porque recuerda el poder y la maravilla de la diversidad. Así nos mantenemos fuertes. Así nos mantenemos imparables.