¿Qué nuevo infierno es este?
En un mundo donde la lógica parece haberse perdido, el 2023 nos trae una nueva ola de absurdos que desafían la razón. En Estados Unidos, el epicentro de esta locura, las políticas progresistas están transformando la sociedad de maneras que ni Orwell podría haber imaginado. Desde la Casa Blanca hasta las aulas de las escuelas, la agenda de la izquierda está en marcha, y no hay rincón del país que esté a salvo de su influencia. ¿Por qué? Porque el objetivo es claro: reconfigurar la sociedad a su imagen y semejanza, sin importar las consecuencias.
Primero, hablemos de la obsesión por el lenguaje inclusivo. En un intento por no ofender a nadie, se ha llegado al punto de que las palabras pierden su significado. Ahora resulta que no se puede decir "madre" o "padre" sin que alguien se sienta atacado. ¿Qué sigue? ¿Prohibir los pronombres personales? La ironía es que, en su afán por ser inclusivos, terminan excluyendo a quienes no comparten su visión.
Luego está el tema de la educación. Las escuelas, que deberían ser templos del conocimiento, se han convertido en campos de adoctrinamiento. Los niños ya no aprenden matemáticas o ciencias; ahora se les enseña a cuestionar su identidad de género antes de que sepan multiplicar. Y si un padre se atreve a cuestionar este enfoque, es etiquetado como intolerante. ¿Desde cuándo educar a los hijos se convirtió en un acto de rebeldía?
La economía tampoco se salva. Las políticas fiscales de la administración actual están llevando al país al borde del abismo. Con impuestos cada vez más altos y regulaciones asfixiantes, el sueño americano se está convirtiendo en una pesadilla. Los pequeños negocios, el corazón de la economía, están siendo aplastados bajo el peso de una burocracia que parece no tener fin. ¿Y quién paga el precio? El ciudadano de a pie, que ve cómo su poder adquisitivo se evapora.
En el ámbito internacional, la situación no es mejor. La política exterior de Estados Unidos se ha vuelto un chiste. En lugar de proyectar fuerza y liderazgo, el país se ha convertido en el hazmerreír del mundo. Los enemigos se envalentonan mientras los aliados se preguntan si pueden confiar en un país que parece más preocupado por las microagresiones que por las amenazas reales. ¿Qué pasó con el respeto y la autoridad que una vez tuvo Estados Unidos en el escenario global?
Y no olvidemos el tema de la seguridad. En un intento por ser "progresistas", se ha desmantelado el sistema de justicia. Las ciudades están siendo tomadas por el crimen, y la policía, en lugar de ser apoyada, es demonizada. Los ciudadanos honestos viven con miedo mientras los delincuentes actúan con impunidad. ¿Es este el futuro que queremos para nuestras comunidades?
Finalmente, está la cultura de la cancelación. En lugar de fomentar el debate y la diversidad de ideas, se silencia a cualquiera que se atreva a pensar diferente. Las redes sociales, que alguna vez fueron plataformas de libre expresión, ahora son herramientas de censura. Si no estás de acuerdo con la narrativa dominante, prepárate para ser borrado del mapa digital. ¿Qué pasó con la libertad de expresión?
En resumen, el 2023 nos ha traído un nuevo infierno, uno donde la lógica y el sentido común han sido sacrificados en el altar de la corrección política. Mientras tanto, el país se tambalea al borde del caos, y aquellos que se atreven a cuestionar el status quo son vilipendiados. ¿Hasta cuándo seguiremos por este camino?