Prisión HM Askham Grange: El Modelo de Reinserción Que Nos Debería Preocupar

Prisión HM Askham Grange: El Modelo de Reinserción Que Nos Debería Preocupar

La Prisión HM Askham Grange es vista como un modelo de reintegración, pero los conservadores deben examinar si realmente beneficia a la sociedad.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

La Prisión HM Askham Grange en el Reino Unido ha estado en la mira de muchos como un modelo de lo que se conoce como reintegración efectivo. Mientras muchos progresistas la alaban por su enfoque 'humano', es esencial observar la realidad detrás de estos muros. Argumentaré que, aunque el ideal suene atractivo para los liberales, el costo y las posibles consecuencias de este enfoque merecen nuestra preocupación.

Ubicada en las pintorescas afueras de York, Askham Grange es una prisión abierta, principalmente para mujeres, que se centra más en la rehabilitación que en el castigo. ¿Suena demasiado bueno para ser cierto? Pues eso depende de a quién le preguntes. La prisión permite a los reclusos trabajar, educarse y prepararse para un mundo que les debería dar la bienvenida con los brazos abiertos una vez hayan cumplido su tiempo. Hasta aquí todo parece sacado de un cuento de hadas moderno. Sin embargo, es importante analizar si este enfoque realmente funciona a largo plazo.

  1. El costo de un sistema 'amable': Askham Grange gasta significativamente más por recluso que las prisiones tradicionales. Este enfoque ha sido criticado por ser un derroche de recursos públicos. ¿Por qué deberíamos gastar más dinero en quienes han infringido la ley, cuando hay tantos ciudadanos cumplidores enfrentando dificultades económicas?

  2. Estructura abierta: accessibilidad a recursos: Resulta que, en esta prisión, se permite a las internas salir para ir a trabajar o estudiar. Desde fuera, eso parece más una escuela residencial que una prisión. Es necesario preguntarse si este tipo de libertad es adecuada para aquellas que están pagando una deuda con la sociedad.

  3. Rehabilitación versus castigo: La acción punitiva debería ser un componente esencial de cualquier sistema penitenciario. Askham Grange se centra casi exclusivamente en ayudar a los internos a 'superarse', olvidando que, a veces, una lección severa es necesaria para impedir reiteraciones delictivas.

  4. Productividad y responsabilidad: Se podría argumentar que tener a las reclusas trabajando y estudiando es positivo. Pero seamos realistas, ¿están realmente contribuyendo a la sociedad? Suena como una oportunidad para que el sistema pase por magnánimo mientras que oculta la verdadera responsabilidad y oportunidad de reparar a las personas productivas afuera.

  5. Crimen y castigo eficaz: ¿Qué mensaje envía Askham Grange a potenciales delincuentes? Que no necesitas preocuparte mucho si infrinjas la ley, porque tu castigo puede implicar un ingreso a una pseudo institución académica con un poco de trabajo comunitario. Incluso para el público en general, esta percepción puede erosionar el respeto por el sistema penal y legal.

  6. Comparaciones internacionales: En países con penas más rigurosas, las tasas de reincidencia tienden a ser más bajas. Quizás es hora de aprender de esos ejemplos en vez de querer construir utopías carcelarias para apaciguar la sensibilidad de algunos.

  7. Enfoque psicológico y emocional: Claro, el modelo aboga por un tratamiento psicológico integral que podría beneficiar al individuo. Aun así, uno debe cuestionarse si estas herramientas son un lujo innecesario frente a la naturaleza del crimen y la justicia.

  8. Éxito medido por indicadores blandos: Los defensores citan la baja reincidencia como un éxito. Pero, ¿cuándo fue la última vez que estas cifras fueron monitoreadas realmente, y qué otras variables estaban en juego? Una reintegración pausible tendría que medirse en métricas más rigurosas, donde se imponga la ley dura antes que el respaldo social.

  9. Pesos y contrapesos: Implementar un modelo como el de Askham Grange a gran escala significaría un cambio gigante en cómo el Estado se relaciona con los delincuentes. Antes que adoptar tales modelos, quizá es tiempo de analizar los métodos que realmente funcionan.

  10. Cuestionar la reforma del sistema penal: La gran pregunta es si deberíamos buscar reformar las prisiones al extremo de convertirlas en instituciones convenientes y hasta preferenciales que puedan socavar la noción de seguridad y justicia que tanto buscamos.

Askham Grange puede parecer una solución atractiva a primera vista, pero no nos dejemos engañar. En nuestro afán por humanizar la pena, podríamos estar olvidando las lecciones básicas de la responsabilidad individual y las consecuencias de los actos. Es momento de cuestionar esta narrativa antes de que el sistema se revierta a sí mismo.