En un mundo lleno de lugares comunes, el Parque Makomanai es toda una rareza que los turistas aún no han abarrotado. Ubicado en la ciudad de Sapporo, en la isla de Hokkaido en Japón, este parque tiene un encanto desbordante que data de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1972. Por sorprendente que parezca, la naturaleza y las infraestructuras deportivas de este lugar no solo sobrevivieron a los tiempos, sino que también han mejorado, algo que si fuera bajo otro tipo de gestión, ya se hubieran desmoronado. Aquí te contamos todas las razones por las que este parque es un tesoro que te hará amar aún más a Japón.
Empezamos por su patinaje sobre hielo. Makomanai, un lugar construido específicamente para los Juegos Olímpicos, ahora funciona como un espacio público para exhibiciones de patinaje y competencias locales. No es simplemente una pista de patinaje, es un espacio donde la disciplina y el respeto por las tradiciones deportivas se pueden vivir de primera mano. Se dice que patinar en Makomanai es un encuentro con la historia deportiva de Japón. Ah, y si de nostalgia hablamos, ver familias enteras disfrutando mientras los niños dan sus primeros pasos sobre hielo es enternecedor.
Y los senderos, ¡ah, los senderos! Una caminata por los senderos de Makomanai es como un lavado de cerebro natural. Aquí no encontrarás los caminos urbanos llenos de bicicletas y monopatines eléctricos que tanto contaminan el paisaje en las urbes. En su lugar, te encontrarás inmerso en la naturaleza, disfrutando de una caminata al estilo tradicional mientras respiras aire puro y contemplas la flora y fauna local. Las políticas de conservación del parque aseguran que se mantenga limpio, sin esos grafitis antiestéticos que algunos consideran arte en las ciudades.
El Parque también cuenta con un zoológico y un jardín botánico. Estos son espacios que promueven el conocimiento sin las excesivas intervenciones ideológicas que algunos quieren imponer. Son lugares donde los niños pueden aprender sobre animales y plantas de la manera más directa y fidedigna posible. Aquí, la experiencia no está mediada por documentales manipulados o gráficos computadorizados, sino por la vida tal cual es.
Por supuesto, un parque tan impresionante seguramente tiene eventos importantes, y no decepciona. Makomanai organiza el Festival de la Nieve de Sapporo, un evento que aunque pequeño en comparación a su famoso homólogo, no deja de sorprender por su belleza. Participar en él es experimentar una tradición que fortalece el alma, una manifestación de camaradería y comunidad que tanta falta hace en un mundo donde las redes sociales han desplazado las interacciones cara a cara.
Algo que no se puede ignorar es la seguridad. A diferencia de otros lugares donde la delincuencia campea sin control debido a políticas de seguridad pésimas, el Parque Makomanai goza de una seguridad que todos los visitantes pueden experimentar. La vigilancia es constante, no invasiva, pero efectiva, porque el respeto por las normas se toma en serio, y no es objeto de debate.
Si hablamos de sus jardines, no es una exageración decir que son una obra de arte. Las plantaciones se cuidan de una manera que haría sonrojar a cualquier amante de las estaciones. Ver los cerezos en flor o disfrutar de los colores otoñales en Makomanai no es un privilegio reservado solo para unos cuantos, sino que está al alcance de todos los que deseen visitarlo.
Si estar rodeado de belleza natural y historia no te convence, ¿qué tal la arquitectura? Este parque no solo cuenta con belleza natural sino que también es hogar de estructuras memorables. Edificios históricos construidos con un respeto al pasado que es raro ver hoy en día.
Por último, no podemos dejar de lado el crucial aspecto económico. A diferencia de otras naciones donde los parques se convierten en pozos sin fondo de gasto público, aquí ha habido un claro esfuerzo por mantenerlo autosuficiente, ahorrando costos innecesarios y generando actividades que incluso podrían rivalizar con las entradas de cualquier atracción millonaria occidental.
No es de sorprenderse que un parque de estas características cause asombro y despertará envidia en cualquier liberal que crea que el gasto público es la solución a todos los problemas. Makomanai baila con gracia entre lo tradicional y lo moderno, el respeto por la historia y la eficiencia en su mantenimiento, demostrando que hay maneras más efectivas de gestionar nuestros recursos y espacio de vida.