¡La Locura de los Estándares Educativos y Psicológicos!

¡La Locura de los Estándares Educativos y Psicológicos!

Critica la rigidez de los estándares educativos y psicológicos en Estados Unidos, abogando por un enfoque más individualizado y creativo.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

¡La Locura de los Estándares Educativos y Psicológicos!

¿Quién necesita estándares cuando puedes tener caos? En el mundo de la educación y la psicología, los estándares son como esas molestas reglas de tráfico que todos preferirían ignorar. En 2023, en Estados Unidos, los expertos decidieron que era hora de revisar los estándares para las pruebas educativas y psicológicas. ¿Dónde? En las oficinas de las organizaciones que creen que saben más que los padres y maestros. ¿Por qué? Porque aparentemente, alguien pensó que los estudiantes y pacientes no estaban suficientemente confundidos con las pruebas actuales.

Primero, hablemos de la obsesión por las pruebas estandarizadas. Estas pruebas son como un buffet de preguntas que intentan medir la inteligencia, el conocimiento y la salud mental de una persona. Pero, ¿realmente necesitamos un estándar para saber si alguien es inteligente o no? La vida no es un examen de opción múltiple, y tratar de encajar a todos en una caja es simplemente ridículo. Los estándares son una forma de controlar y limitar el potencial humano, y eso es algo que no deberíamos aceptar.

Segundo, los estándares educativos son una herramienta para mantener a los estudiantes en línea. En lugar de fomentar la creatividad y el pensamiento crítico, las escuelas se centran en enseñar a los estudiantes a pasar exámenes. Esto no solo es aburrido, sino que también es una pérdida de tiempo. Los estudiantes deberían estar aprendiendo habilidades prácticas que les ayuden en la vida real, no memorizando datos que olvidarán tan pronto como entreguen el examen.

Tercero, los estándares psicológicos son igualmente problemáticos. La salud mental es un tema complejo que no puede ser reducido a un conjunto de normas. Cada individuo es único, y tratar de aplicar un enfoque único para todos es una receta para el desastre. Los psicólogos deberían centrarse en tratar a las personas como individuos, no como números en una hoja de cálculo.

Cuarto, la implementación de estos estándares es un proceso costoso y lento. Las escuelas y clínicas gastan millones de dólares en adaptar sus programas a estos estándares, dinero que podría ser mejor utilizado en recursos que realmente beneficien a los estudiantes y pacientes. Además, el tiempo que se dedica a cumplir con estos estándares es tiempo que se podría utilizar para enseñar y tratar a las personas de manera más efectiva.

Quinto, los estándares son una forma de mantener el status quo. En lugar de desafiar el sistema y buscar nuevas formas de educar y tratar a las personas, los estándares refuerzan las viejas formas de hacer las cosas. Esto es especialmente problemático en un mundo que está cambiando rápidamente y que requiere nuevas soluciones a problemas antiguos.

Sexto, los estándares son una excusa para la mediocridad. En lugar de esforzarse por ser los mejores, las escuelas y clínicas se conforman con cumplir con los estándares mínimos. Esto no solo es decepcionante, sino que también es una traición a los estudiantes y pacientes que merecen lo mejor.

Séptimo, los estándares son una forma de control. Al establecer normas rígidas, las organizaciones pueden dictar cómo deben ser educados y tratados los individuos. Esto es un ataque a la libertad personal y a la capacidad de las personas para tomar decisiones sobre su propia educación y salud.

Octavo, los estándares son una distracción. En lugar de centrarse en los problemas reales que enfrentan los estudiantes y pacientes, las organizaciones se pierden en debates interminables sobre qué estándares son los mejores. Esto es una pérdida de tiempo y energía que podría ser mejor utilizada en encontrar soluciones reales.

Noveno, los estándares son una forma de evitar la responsabilidad. Al establecer normas, las organizaciones pueden culpar a los estándares cuando las cosas van mal, en lugar de asumir la responsabilidad de sus propias acciones.

Décimo, los estándares son simplemente innecesarios. La educación y la psicología son campos que deberían estar en constante evolución, no atrapados en un conjunto de normas rígidas. Es hora de dejar de lado los estándares y centrarse en lo que realmente importa: ayudar a las personas a alcanzar su máximo potencial.