¿Quién hubiera pensado que la palabra 'Brexit' se convertiría en un circo político global? En el 2018, los británicos estuvieron inmersos en una saga política que, queriéndolo o no, cambió el tablero mundial. ¿Pero quiénes realmente movían los hilos detrás de todo esto? La escena estaba cargada de reuniones secretas, acuerdos a puertas cerradas y un clamor popular que definía cada paso. Todo comenzó en el Reino Unido, una nación cansada de las regulaciones de la Unión Europea, que decidió tomar las riendas de su destino tras el referéndum de 2016. El cuándo: 2018 fue el año en que las negociaciones del Brexit estaban en su apogeo, y la humanidad fue testigo de este histórico momento cada día que pasaba.
El Sueño de Recuperar el Control: Todo comenzó con una promesa simple: recuperar el control. El Reino Unido, cansado de las normas impuestas por burocrátas sin rostro, quiso hacerse valer. Queríamos nuestras leyes, nuestras fronteras, y nuestro propio mercado. Y si algo quedó claro en 2018, es que el Reino Unido estaba determinado a conseguirlo, lo que obligó a Francia, Alemania y los demás miembros de la UE a sentarse a escuchar.
La Premier, Theresa May, en Acción: Ah, Theresa May, la primera ministra que desató opiniones encontradas. Mientras muchos críticos señalaron que su plan de Brexit era débil, ella insistía en que lo mejor para su país era un plan que dejaba opciones abiertas sin encadenar a la nación. Hoy vemos que su arsenal político vivía un embate tras otro en el Parlamento, pero aún así, May luchó por mantener su plan en pie.
La Gran Traición de Chequers: Fue en Chequers donde May presumió su plan. Un documento que algunos tildaron de traición, asegurando que mantenía al Reino Unido demasiado unido a la UE sin los beneficios de ser parte de ella. Esto provocó la renuncia de pesos pesados del gobierno, alarmados por tan 'atrevida' propuesta.
Marchas y Manifestaciones: Todo el Reino Unido sufrió extremas manifestaciones y marchas masivas. Las calles vibraban con una mezcla de patriotas empuñando banderas, y euroentusiastas que lloraban por el futuro incierto. En 2018, los británicos dejaron claro al mundo que eran dueños de su destino.
Irlanda del Norte, el Dilema Eterno: La frontera irlandesa seguía siendo una patata caliente entre las negociaciones. El famoso 'backstop' se debatió durante todo 2018, retrasando en gran medida cualquier avance sustancial en las negociaciones. Una línea divisoria que exponía la vieja pero insensata estrategia de dividir y conquistar.
La Máquina Europea de Reducción de Daños: La UE, llena de tecnócratas, intentó presentarse como la voz de la razón, aunque pocas veces consiguió convencer a la patria británica. Bruselas se enfrentó a una presión internacional inesperada para cerrar un trato de Brexit que hiciera feliz a todos, pero sabíamos que eso era imposible.
Las Sinkholes de la Libra: La economía británica fue una montaña rusa. La libra esterlina oscilaba al ritmo de las palabras que salían de las negociaciones. Y aunque muchos predijeron un colapso, lo cierto es que los disturbios del Brexit solo fortalecieron una mentalidad de resistencia económica.
El Ritual Anual de Renuncias: Las renuncias seguían como un ritual de temporada. Cada semana algún nombre prominente decidía 'dejar el barco' protestando contra la inmensurable complicación del Brexit. Un espectáculo para algunos, un dramón telenovelesco para otros.
Las Oscuras Campañas de Desinformación: Mucho se habló de la 'intervención rusa' y las campañas de desinformación, pero en 2018 fue el año del auge cibernético. La información era manipulada de manera flagrante y la opinión pública ni siquiera sabía en qué creer. El caso Cambridge Analytica no se aleja.
El Testamento del Brexit: Al final de todo, los que apoyaron el Brexit persistieron. Los liberales intentaron presentar un cuadro apocalíptico de lo que viviría Reino Unido, pero el corazón del pueblo británico latía con fuerza, desafiando cualquier estatuto federal que intentara someter su soberanía imperecedera.
El 2018 fue un año que no solo definió al Reino Unido sino que demostró que las grandes naciones definen su destino a pesar de las subestimaciones, trayendo consigo cambios globales imprevisibles.