Si en el salón de la fama de la lucha por los derechos civiles hubiera un retrato por sinceridad y valentía, Moisés Roper estaría en el centro de atención. Este personaje, nacido como esclavo en Carolina del Norte en 1815, no solo escapó de las cadenas físicas, sino que se convirtió en un cronista feroz y directo de su experiencia como esclavo en su relato, "Narrative of the Adventures and Escape of Moses Roper from American Slavery", publicado en 1837. Antes de cualquier hashtag o moda de protesta viral, Roper usó lo único a su disposición: su pluma y su voz auténtica. Aquel libro no era simplemente una autobiografía; era un relato crudo que sacudió la conciencia pública a ambos lados del Atlántico.
Roper no se limitó a contar su historia desde la comodidad de un escritorio. Luego de huir a Inglaterra, donde finalmente encontró apoyo y libertad, se convirtió en una figura indispensable en la creciente discusión sobre la esclavitud. Realizó giras y conferencias, enfrentándose ante audiencias curiosas y, a veces, hostiles, con una mezcla de inteligencia contundente y carisma que hoy en día ya quisieran muchos activistas de sofás. Cuando ves a alguien hablar contra las corrientes dominantes y aguantar la crítica sin vacilar, ahí tienes a un verdadero héroe.
Roper tenía una visión que muchos parecen haber olvidado: la importancia de luchar por la verdad personal por encima de las ideologías abstractas. En una era donde cualquiera con un smartphone se autodenomina "activista", la historia de Moisés Roper nos recuerda que la verdadera revolución se consigue viviendo honrada y valientemente. Sin tuits ni banderas de campañas sofisticadas, expuso las atrocidades que vivía y, lo que es más impresionante, lo hizo en un mundo predispuesto a silenciarlo.
A diferencia de las posturas políticamente correctas que invaden nuestro tiempo, Moisés Roper no buscaba halagos ni seguía corrientes populares. Él era directo, incluso brusco, y no le importaban las consecuencias de incomodar a los poderosos. Su libro es un ejemplo de cómo el uso de la narrativa personal puede despertar más conciencias que mil discursos de mala calidad. Lejos de basarse en teorías grandilocuentes, sus relatos eran pura observación y vivencia personal, algo que cualquier lector con dos dedos de frente puede valorar.
Es una lástima que no se le preste más atención en los currículos escolares. Tras haber sido reducido al olvido por los que escriben la historia oficial, Moisés Roper es un recordatorio de la honestidad y valentía que trasciende el tiempo. Él denunciaba la hipocresía mucho antes de que esto se pusiera "de moda". Sin duda, su vida nos ofrece muchas lecciones; especialmente, cómo mantenerse firme ante la injusticia sin rendirse a las tentaciones de las modas pasajeras.
¿Dónde está ahora esa misma audacia que mostró Roper? No se encuentra en las salas de conferencias donde abundan los discursos acartonados y las balbuceantes justificaciones sobre lo correcto e incorrecto. Está en el corazón de aquellos que no temen ser políticamente incorrectos, de aquellos que estarán en el lado correcto de la historia, aunque eso signifique enfrentar la marea.
Reconocer el legado de Roper es más que elevar una figura histórica a su merecido pedestal; es un llamado a la autenticidad, a tener la franqueza de hablar desde el corazón y no desde los dictámenes de la corrección política. Sus memorias no solo nos invitan a reflexionar sobre el pasado, sino a actuar en el presente con determinación y rectitud. Hoy, tanto como en su tiempo, tales cualidades son más necesarias que nunca.
Quizás, se puedan aprender muchas lecciones de la trayectoria de Moisés Roper. Sin artificios ni medias tintas, mostró con claridad el poder de una historia bien contada por encima de los discursos calculados y las conformidades sociales. Es un modelo a seguir para quienes buscan la verdad sin filtros, para quienes desean un mundo donde la autenticidad y determinación personal se valoren más que las ovaciones de multitudes sin rostro.