Miedo a los Cuatros: Un Temor Infundado

Miedo a los Cuatros: Un Temor Infundado

El 'miedo a los cuatros' es una superstición irracional influenciada por creencias culturales, especialmente en Asia, que sigue presente en el mundo moderno.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

¿Alguna vez has escuchado sobre el "miedo a los cuatros"? No es una broma, es una expresión que se ha popularizado en ciertos círculos más propensos a la ansiedad irracional. Pero, ¿qué es exactamente este miedo? ¿Por qué debería importarte? En el mundo de los agoreros, el número cuatro no es solo un dígito; es una amenaza llena de simbolismo que algunos insisten en segregarse bajo la facción del temor.

En varias culturas, especialmente en la asiática, el número cuatro se considerada de mal augurio. El origen de esta fobia numérica se asocia mayoritariamente con la homofonía: en chino, el número cuatro suena muy parecido a la palabra 'muerte'. Desde tiempos inmemoriales, las costumbres culturales han reforzado este pavor al punto que, en algunas ciudades, edificios imponentes evitan etiquetar el cuarto piso. Este fenómeno se conoce como tetrafobia pero, hablemos claro, ¿merece realmente nuestra atención?

Para ser francos, el temor al cuatro es un reflejo de cómo las interpretaciones supersticiosas pueden apoderarse de la realidad. Nos encontramos en una era en la que los avances científicos y la tecnología deberían disipar estas creencias arcaicas, pero la tendencia persiste. Los "progresistas" se regocijan de ser racionales y objetivos, pero muchos de ellos también son los primeros en dejar que estas trivialidades dicten su comportamiento. Es un poco cómico ver cómo aquellos que abogan por la "igualdad" temen un número que simboliza la armonía misma en matemáticas.

Ahora bien, hablar sobre el miedo al número cuatro es abrir la Caja de Pandora para los debiluchos que buscan siempre algo de qué quejarse. Aquí está la cosa: mientras otras cifras son celebradas, el pobre número cuatro es a menudo excluido. Podremos encontrar ciudades enteras donde existe una prudencia extrema para no usar el número en direcciones, pisos de edificios, o hasta en números de teléfono. Para el ciudadano razonable, esto no es más que una manifestación irracional en un mundo donde se supone que reinan la lógica y la razón.

Es como ver un grupo de adultos escondiéndose tras la cortina de un niño, temiendo que el monstruo debajo de la cama realmente exista. ¿Dónde quedó el sentido común? Preguntémonos: ¿Estamos en 2023 o en algún periodo oscuro donde las fábulas dominaban la narrativa? La última vez que revisé, la innovación no había sido detenida por supersticiones numéricas. Sin embargo, al parecer, bastan ciertas sombras del miedo ancestral para congelar el pensamiento crítico de más de uno.

En la era de la razón, el poder del cuatro merece ser reivindicado. No olvidemos que el número tiene un significado práctico y proporcional al día a día; cuatro estaciones, cuatro puntos cardinales, e incluso, cuatro operaciones básicas matemáticas. ¡Es un número de equilibrio! Sin embargo, sus detractores prefieren pulsar el botón del pánico antes de observar su manifiesta calidad de balance.

Aunque se haya importado a ciertas sociedades occidentales, es necesario preguntarnos ¿realmente queremos cargar con mitos que no entienden la vastedad del cuatro más allá de una cultura lejanas? Es un llamado a poner fin a las supersticiones que no aportan nada productivo a nuestro mundo contemporáneo. Probablemente, sólo un conservador aprecia el racionalismo de una aritmética libre de agendas ocultas.

Al final del día, la mayor lección del "miedo al cuatro" es que vivimos en una sociedad que elige qué creer y qué temer. La manipulación mediante el temor no es nueva en ningún ámbito, pero resulta desalentador que aquellos que se consideran libres pensadores sucumban a ridículas supersticiones sin siquiera cuestionarlas. El pánico al número cuatro es un recordatorio de la irracionalidad que aún perdura y de cómo nuestras creencias moldean nuestra realidad, muchas veces para razones absurdamente obsoletas.