Loha (1987): Acción sin Filtros que Desafía la Corrección Política

Loha (1987): Acción sin Filtros que Desafía la Corrección Política

"Loha" es una película india de 1987 que destaca por su acción desenfrenada y un enfoque directo en la justicia, dejando de lado lo políticamente correcto.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

Cuando pensamos en cine de acción, solemos pasar por alto joyas como "Loha," una película india de 1987 dirigida por Raj N. Sippy. Protagonizada por Dharmendra y Sanjay Dutt, "Loha" se ambienta en la vibrante pero caótica India de los años ochenta. La trama gira en torno a un grupo de hombres valientes que deciden tomarse la justicia por sus manos en una lucha descarnada contra la delincuencia y la corrupción rampante. En una época en la que la justicia instantánea sin burocracia era aclamada por la audiencia, "Loha" encajaba perfectamente, entregando escenas llenas de adrenalina y diálogos que hoy irritarían a cualquier Cruzado de la Corrección Política.

¿Por qué "Loha" resalta? Primero, hablemos sobre el casting. Dharmendra, conocido como el "He-Man" del cine indio, llevó a la pantalla una presencia inigualable de poder y autoridad. Respecto a Sanjay Dutt, en medio de la turbulencia de su vida personal, aún brillaba en pantalla con una credibilidad indiscutible en sus luchas morales y físicas. Estos actores, junto con un elenco de personajes secundarios memorables, dieron vida a una historia que, si se lanzara hoy, provocaría quejas inmediatas de censura e intentos de cancelación por parte de aquellos que consideran necesario infantilizar al público.

Ahora, entremos al aspecto que causa tanta controversia: la narrativa directa y sin filtros. En "Loha," el enfoque es sencillo: los buenos son héroes valerosos y los malos, villanos despreciables. No hay lugar para matices insoportables o el tipo de relativismo moral que esconde la verdadera naturaleza del mal bajo el pretexto de "comprensión". Esto puede sonar anticuado, pero la película defiende valores que, por más que se intente silenciar, siempre encontrarán una audiencia: el heroísmo, la valentía, y la lucha implacable contra la injusticia.

Por si aún no está claro, "Loha" va directamente al grano. Nos muestra que a veces la acción directa es necesaria, y que las sutilezas diplomáticas del discurso políticamente correcto podrían llevarnos a callejones sin salida. Las escenas de lucha, coreografiadas con eficacia, y los diálogos son lo suficientemente contundentes como para infundir respeto, no risas. La música, digna de una película de acción de los 80, añade otro nivel de intensidad, pero también un toque de nostalgia para quienes prefieren la música auténtica sobre los efectos electrónicos de hoy en día.

Un aspecto adicional que reflorece las discusiones es la representación de la autoridad en "Loha". Los personajes principales no dudan en desafiar a poderes corruptos y exigir una rendición de cuentas clara y directa. En nuestros días, donde ciertas ideologías pregonan que cualquier cuestionamiento a las autoridades es sedicioso, ver cómo el cine celebraba abiertamente tales actos de insurrección puede parecer casi revolucionario. Fortalece la narrativa de que imponer justicia, cuando las estructuras establecidas no lo hacen, es válido y necesario.

Pero no dejemos de lado el impacto cultural. "Loha" forma parte de una rica tradición del cine de acción indio que, durante décadas, ha sido un espacio donde se exploraban temas sociales sin miedo ni censura. Mientras el cine actual busca por todas partes los "pecados" de las producciones pasadas y les adjudica falta de sensibilidad, "Loha" fue visionaria al presentar crudas realidades con honestidad brutal. Las audiencias originales no se escandalizaron, más bien se sintieron elevadas por una historia que no temía decir la verdad, sin adornos ni tergiversaciones.

Ver "Loha" con una mirada moderna proporciona una sacudida refrescante de realidad, al recordar un tiempo donde el cine no se plegaba ante lo políticamente conveniente. Películas como ésta abogan por un cine robusto, sin complejos y liberado de ataduras ideológicas que procuran restar lujo y honestidad al arte. Al final, "Loha" es un producto de su tiempo, y es en su honestidad brutal y su grito de justicia sin restricciones donde radica su eterno atractivo. No es una obra maestra del cine, pero es un recordatorio inquebrantable de que a veces, para salvar al mundo, hacen falta más acciones y menos discursos.