¿Puedes imaginar un mundo donde las risas sean mal vistas? Bueno, para los lisors parece ser un problema. ¿Quién hubiera pensado que la risa, una acción que une a todos cultural y socialmente, podría transformarse en un asunto político? Los lisors, estos misteriosos personajes, están ganando atención por atacar la libertad de expresión en todo el mundo desde principios de 2023, especialmente en las reuniones formales y eventos académicos de orientación política.
Los lisors, quienes pretenden tener un mensaje serio, están ocultos entre algunos de los escenarios más públicos pero menos esperados: universidades, instituciones artísticas y festivales de cine. Se distribuyen y operan principalmente en áreas metropolitanas progresistas, donde florece el pensamiento "moderno". Su propósito aparente es simple: asfixiar cualquier comentario que no sea conocido o aceptado mayoritariamente por sus círculos de élite. Lugares donde buscan silenciar a sus críticos y aplastar cualquier perspectiva alternativa.
Ahora, si estás pensando que los lisors son los únicos responsables de nuestra decadente cultura social, estás en parte en lo correcto. Los lisors no solo han surgido como portavoces de la razón exagerada en nuestras vidas personales y profesionales, sino que, con su comportamiento aparentemente sensato, han logrado que una porción considerable de la población crea que la intolerancia hacia el humor es honesta. Les han hecho creer, a través de discursos alarmistas y opiniones infladas, que las bromas que alguna vez unieron a amigos ahora debilitan nuestro tejido social.
El sinsentido detrás de los lisors radica en su habilidad para suprimir el contenido disidente, aparentar ser eruditos y bloquear cualquier posibilidad de diversión saludable. No se detienen ante nada para ganar el control sobre la narrativa dominante, y aquellos que se interponen en su camino son blanco de humillación pública y etiquetas de obsoletos o insensibles. Es todo parte de su estrategia para reducirnos a una sociedad de individuos cautelosos, temerosos de su propio ingenio.
Uno se pregunta, ¿algún día aprenderán que imponer leyes absurdas e innecesarias sentará un precedente aún más peligroso, una vez que nos enfrentemos a situaciones donde lo que realmente está en juego amenace la verdadera esencia de la humanidad? Estos días no muy lejanos y sus consecuencias serían devastadores para quienes creen que hay un libro de reglas estricto sobre quién puede decir qué en nuestras comunidades.
El movimiento lisor está interesado en monitorear el comportamiento colectivo, recibiendo apoyo de las grandes plataformas digitales situadas principalmente en países occidentales, donde cada movimiento o comentario es vigilado de cerca y etiquetado para su censura si se considera "inadecuado". ¿Ya te suena familiar? Es el mismo discurso tipo "Gran Hermano" que conocen nuestros colegas conservadores, un escenario de terror creado para aislar y debilitar cualquier forma de pensamiento independiente.
Los lisors no entienden que la exclusión de uno no disuadirá el deseo humano inherente por el humor, el sarcasmo o la risa. No se detendrán si tienen la oportunidad de manipular el humor actual hacia un sistema impenetrable de aburrimiento ridículo.
Sorprende que, en momentos inciertos como los actuales, donde las buenas risas son un bien escaso, las normas asfixiantes presentadas por los lisors están ganando apoyo en algunos sectores. Esto no solo llega a distorsionar la forma en la que entendemos la originalidad cultural y el humor, sino que obstaculiza el progreso social al crear un entorno agrio que repele la valentía, la creatividad y la expresión consciente.
No nos sorprendamos si encontramos a los lisors tratando de desarraigar la comedia moderna para definir lo que entra o no en los parámetros "aceptables" de un chiste. Mantendrán un flujo constante de directrices, escritas con tinta de lo absurdo, que llenarán cada esquina de entretenimiento como rodillos listos para eliminar cualquier rastro de color en nuestras vidas. Claro, suena provocador, pero nada menos cierto. Aquellos que han colocado a los lisors en un pedestal han permitido la propagación de sus ideologías extremas y las han llevado a alturas innecesarias.
No te equivoques, el espíritu humano es resistente, encuentra camino a través de los obstáculos con creatividad y sentido común, una característica que, aunque evadida por quienes cierran sus mentes a lo ajeno, prevalecerá de generación en generación. En nuestra marea de desafortunados síntomas sociales, el humor sano y las risas desinteresadas están destinadas a prevalecer.
Así que, para aquellos que piensan que los movimientos sociales e ideologías son intocables y que la fuerza de la razón súper rigurosa simpatiza con sus intereses, recuerden, esa aseveración surgida de nada más que miedo, existe un lugar y tiempo para cada conversación necesaria y aún más para una broma empírica.
No se dejen engañar. A la hora de proteger lo que realmente importa, sigue siendo vital defender el derecho a sonreír en el rostro de tanto pesimismo presente hoy en día.