Si pensabas que solo el fútbol europeo era emocionante, prepárate para cambiar de opinión con la Liga de Campeones CONCACAF 2021. Este torneo, que reúne a los mejores equipos de América del Norte, Central y el Caribe, es todo menos aburrido. La CONCACAF Champions League 2021 se llevó a cabo en el apogeo de la primavera, comenzando en abril y culminando en octubre en una serie de épicas batallas futbolísticas. Con encuentros en ciudades como Monterrey, Filadelfia, y Toronto, el campeonato no solo alimentó rivalidades regionales, sino que también ofreció una plataforma vibrante para que equipos de EE.UU., México y Canadá compitieran al máximo nivel. ¿Y por qué es relevante? Porque muestra la espectacularidad de nuestro propio continente sin la necesidad de mirar siempre hacia Europa.
Lo primero que llama la atención de este torneo es el dominio de los equipos mexicanos. Queridos por unos, odiados por otros, lo cierto es que en este ámbito el fútbol mexicano no tiene rival en la Confederación. Este año no fue la excepción con el Monterrey coronándose campeón otra vez. Algunos dirán que es aburrido ver siempre a los mismos ganar, pero eso es exactamente lo que le brilla los ojos a un verdadero aficionado: ver a los mejores siempre en el mismo pódium, tal como a los buenos capitalistas les gusta ver a las startups surgir con éxito de entre la multitud. Ver a Monterrey tomar el trofeo, superando al América nada menos, fue un espectáculo digno de aplausos, mientras los equipos estadounidenses siguen aprendiendo de sus experiencias en este dominante campo de batalla.
Claro que esto también deja una tarea para la MLS. El hecho de que sus equipos sigan quedando cortos sugiere que deben replantearse sus estrategias y concentraciones. Pero no todo está perdido; han mostrado garra y progreso, y para el verdadero seguidor del deporte esto es música para los oídos. Los equipos como el Philadelphia Union hicieron un esfuerzo notable, y sabemos que los estadounidenses son sumamente perseverantes. Ante desafíos, reaccionan mejor, y seguro dentro de poco veremos a la MLS alzando el trofeo.
Y hablando de trofeos, hablemos de la emoción de la competición. Nada mejor que partidos donde no solo se defiende el honor de un club, sino el honor nacional. En un contexto donde muchas veces se minimiza el sentido de pertenencia para adoptar la famosa brújula global, este campeonato nos recuerda la importancia de los valores locales. La pasión, el esfuerzo y el sacrificio de los jugadores se convierten en una especie de llamada de atención para aquellos que prefieren vivir en mundos de fantasía donde no hay competencias claras ni verdaderos desafíos. Ante tanta tibieza ideológica, el fútbol llega para electrificar y motivar a las masas.
Hablando de pasión, no olvidemos a los aficionados. Con restricciones que nos tenían casi al borde de la desesperación durante la pandemia, volver a ver estadios vibrando con cánticos y colores era casi como un pequeño respiro de vida. Pocos momentos son tan simbólicos y llenos de energía pura como un gol en estos partidos de alta tensión. Ver banderas ondeando y escuchar a los seguidores corear de nuevo es una celebración de la vida que los "liberales" quizá nunca entenderán, debido a su sobrecarga de análisis.
Pero volviendo al tema principal, la Liga de Campeones CONCACAF sigue siendo una pieza clave para el ascenso y exportación de talento. Lo que a muchos todavía les cuesta ver, es que este torneo abre puertas para jóvenes prometedores de economías locales a hacerse un nombre en un mercado global. Desde los grandes centros de fútbol en México hasta las crecientes academias de EE.UU., el torneo está repleto de talento que es mirado con interés más allá del Atlántico. Cuando la cantera nacional florece, florecemos todos al ver que nuestros valores y tradiciones también inspiran al viejo continente.
Por supuesto que la crítica no faltará. Diversos medios seguirán desestimando su importancia al compararlo con las gigantescas competiciones europeas, pero allí yace la necesidad de reafirmar nuestro orgullo local. Si ya en Europa surgen movimientos de resistencia y amor a las raíces frente al nuevo orden mundial futbolístico, seguro más pronto que tarde nuestros torneos también recibirán el reconocimiento que merecen.
Y si hay algo que no podemos dejar pasar por alto es la emoción final de la Liga. Monterrey, levantando la copa con el estadio rugiendo, fue el digno final de una competición repleta de sorpresas y adrenalina. Desde luego, no podría haber mejor motivación para los jóvenes aspirantes al mundo deportivo que ver a su equipo alzar un trofeo nacional tan simbólico. Como quienes defienden que el esfuerzo se premia, este torneo en 2021 sirvió como recordatorio de lo que se puede lograr cuando se trabaja con dedicación, disciplina, y siempre se busca ser el número uno.
Al final, la Liga de Campeones CONCACAF 2021 no fue solo una competición de fútbol; fue una oda a nuestras propias culturas, valores y sueños. Renueva el orgullo continental, y transforma cada partido en un legado que recordar. Nada enseña sobre esfuerzo más que nuevamente competir por la gloria y saber que, más allá de los números, lo que queda es la pasión. El fútbol en nuestra parte del mundo tiene mucho que ofrecer. Y el futuro, como ya demostraron las canchas este año, es sin duda prometedor.