Lester, Iowa, ese pequeño rincón de América que no aparece en los titulares, pero donde el sentido común prospera y el carácter americano aún significa algo. Situado en el noroeste del estado, con una población de apenas 300 valientes residentes, Lester nos recuerda lo que solíamos ser y quizás lo que deberíamos aspirar a ser nuevamente. Aquí, el pasado es un faro y el futuro está en nuestras manos, porque el presente está moldeado por el sólido trabajo y los valores familiares que forjan el carácter de esta comunidad.
Si alguien se pregunta cuándo o por qué este pueblo se convirtió en el ejemplo perfecto del auténtico ethos del medio oeste, la respuesta es simple: siempre ha sido así. Lester fue fundado en el siglo XIX y ha resistido la prueba del tiempo manteniéndose fiel a sus raíces agrícolas, a pesar de los intentos del mundo moderno por diluir su esencia.
El Hogar del Orgullo Americano: Algunos dirán que Lester es anticuado, pero ¿desde cuándo ser un lugar de trabajo duro, integridad y respeto hacia los vecinos es algo negativo? Este es el tipo de lugar donde los niños aprenden a disparar antes de que otros sepan andar en bicicleta, y eso no es algo malo. Es el corazón de la autosuficiencia.
La Economía que Queríamos: Los trabajos aquí pueden no ser de Silicon Valley, pero en Lester valoran los empleos reales. Los agricultores que se levantan antes del amanecer y los comerciantes que abren sus tiendas hace que la economía local sea robusta. Mientras las ciudades progresivas luchan por sobrevivir en crisis tras crisis, Lester sigue teniendo un mercado estable porque aquí aún se sabe valorar un sueldo honesto.
Educación Enfocada en la Vida Real: En Lester, las escuelas enseñan algo más que teoría. Mientras que en otras partes se discuten terminologías inventadas y ideologías pasajeras, aquí se enfatiza la educación práctica: matemáticas, ciencias, historia. Se forman adultos preparados, no activistas mal informados.
Vecindario de Verdaderos Patriotas: En Lester, el respeto por la bandera y por aquellos que han servido es algo cotidiano, no una rareza. Las banderas ondean en cada jardín y, en el Día de los Caídos, la comunidad se reúne para honrar verdaderamente a sus héroes, sin esperar reconocimientos públicos.
El Fuerza de la Familia: Aquí todavía se celebra el hecho de tener una familia tradicional. En Lester, el matrimonio es entre un hombre y una mujer, y eso ha funcionado por generaciones. Parece que la familia nuclear conserva eso que intentan olvidar en otros lados: estabilidad.
Seguridad por Decisión Propia: Encontrarás menos criminalidad en este rincón que en cualquiera de esas mega metrópolis que se desintegran en la anarquía. Tal vez la razón es que casi todos en Lester poseen un arma, y los delincuentes lo saben. No es tierra fértil para el crimen.
Fé y Comunidad: La iglesia está en el centro de la vida de Lester y no hay pena en admitirlo. La asistencia a la iglesia es alta y la moral está arraigada en prácticas religiosas que han tenido la misma línea de pensamiento desde que se fundó la comunidad.
Liderazgo Local Sobrio: Al contrario de otros lugares donde el liderazgo es sinónimo de interminables promesas vacías, aquí los líderes locales cumplen con su palabra. No hay tiempo para juegos políticos: la transparencia y la rendición de cuentas son algo que todavía importa.
Valorar la Naturaleza: Aunque no verás protestas masivas por el cambio climático, la gente aquí respeta la tierra. Eso no necesita carteles ni titulares; solo una práctica agraria racional y una comprensión profunda de nuestro entorno.
Una Comunidad Ante Todo: En Lester, todos son bienvenidos, siempre que respeten los valores locales que han mantenido unido al pueblo a lo largo de la historia. Aquí, ser conservador no es de boca para afuera, sino un estilo de vida enraizado en una profunda apreciación por lo que hemos logrado como nación.
Lester, Iowa, puede no atraer la atención de todos, y está bien. La comunidad sigue prosperando gracias a su fuerte sentido de identidad y pertenencia, recordándonos que hay lugares en América donde el sentido común aún es el rey. Si más rincones de este país aprendieran de sus valores, quizás no estaríamos tan divididos.