¡Los lentes de contacto son el nuevo enemigo de la izquierda!
En un mundo donde la corrección política y la hipersensibilidad están a la orden del día, los lentes de contacto se han convertido en el nuevo blanco de las críticas. ¿Quién lo hubiera imaginado? En 2023, en Estados Unidos, un grupo de activistas decidió que los lentes de contacto son una amenaza para la diversidad visual. ¿Por qué? Porque, según ellos, promueven un estándar de belleza que margina a aquellos que usan gafas. Sí, has leído bien. En un intento por proteger a los "oprimidos" que usan gafas, estos activistas han lanzado una campaña para demonizar los lentes de contacto.
Primero, dicen que los lentes de contacto son una herramienta de opresión. Según su lógica, al usar lentes de contacto, las personas están cediendo a la presión social de ocultar sus gafas, lo que perpetúa un sistema de belleza que discrimina a los que no tienen una visión perfecta. ¡Qué locura! En lugar de celebrar la libertad de elección, quieren imponer una narrativa de victimización.
Segundo, argumentan que los lentes de contacto son un peligro para la salud pública. Claro, porque todos sabemos que las gafas nunca se rompen ni causan accidentes, ¿verdad? La realidad es que los lentes de contacto son seguros cuando se usan correctamente. Pero, por supuesto, eso no importa cuando hay una agenda que promover.
Tercero, afirman que los lentes de contacto son un símbolo de elitismo. Según ellos, no todos pueden permitirse el lujo de comprarlos, lo que crea una brecha entre los que pueden y los que no. Sin embargo, ignoran convenientemente que las gafas de diseñador pueden ser igual de caras, si no más. Pero, ¿por qué dejar que los hechos arruinen una buena narrativa?
Cuarto, dicen que los lentes de contacto son un problema ambiental. Aparentemente, los desechos de los lentes de contacto están destruyendo el planeta. Sin embargo, no mencionan el impacto ambiental de la producción de gafas. Es curioso cómo eligen qué problemas ambientales destacar y cuáles ignorar.
Quinto, sostienen que los lentes de contacto promueven la superficialidad. Según ellos, al usar lentes de contacto, las personas están más preocupadas por su apariencia que por su intelecto. Pero, ¿no es eso un juicio superficial en sí mismo? ¿No es posible que alguien quiera usar lentes de contacto simplemente por comodidad o preferencia personal?
Sexto, afirman que los lentes de contacto son una forma de apropiación cultural. Sí, has leído bien. Según ellos, las personas que no tienen problemas de visión y usan lentes de contacto de colores están apropiándose de la experiencia de aquellos que realmente necesitan lentes. Es un argumento tan ridículo que apenas merece una respuesta.
Séptimo, dicen que los lentes de contacto perpetúan la desigualdad de género. Según ellos, las mujeres sienten más presión para usar lentes de contacto que los hombres. Sin embargo, ignoran que tanto hombres como mujeres usan lentes de contacto por diversas razones, y que la elección personal no debería ser politizada.
Octavo, argumentan que los lentes de contacto son una distracción de los problemas reales. Según ellos, mientras la gente se preocupa por su apariencia, ignoran los problemas más importantes del mundo. Pero, ¿no es posible preocuparse por más de una cosa a la vez?
Noveno, sostienen que los lentes de contacto son una herramienta del capitalismo. Según ellos, las grandes corporaciones están explotando a los consumidores al venderles lentes de contacto. Sin embargo, ignoran que las gafas también son un producto del capitalismo.
Décimo, afirman que los lentes de contacto son un símbolo de conformidad. Según ellos, al usar lentes de contacto, las personas están cediendo a la presión de encajar en la sociedad. Pero, ¿no es eso lo que hacen al tratar de imponer su visión del mundo a los demás?
En resumen, los lentes de contacto se han convertido en el nuevo enemigo de aquellos que buscan problemas donde no los hay. En lugar de celebrar la libertad de elección y la diversidad de opiniones, prefieren imponer su visión del mundo a los demás. ¡Qué tiempos tan interesantes vivimos!