Las Cervas: La Película Que No Quiere Que Vayas a Ver

Las Cervas: La Película Que No Quiere Que Vayas a Ver

"Las Cervas" es la película que ha sacudido el panorama cinematográfico del momento, pero su verdadera agenda podría sorprenderte. ¿Es arte o solo propaganda camuflada de cine de autor?

Vince Vanguard

Vince Vanguard

¡Ah, cómo les gusta escandalizarse! "Las Cervas" es la película del momento que te hará replantearte todo lo que creías saber sobre el cine contemporáneo. Dirigida magistralmente por nadie menos que el afamado director Xavier Aldana, y estrenada el solo pasado mes de septiembre en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, esta obra podría ser la bofetada que el statu quo cultural necesita. Un sólido reparto, encabezado por Valeria Molina, llena la pantalla con una energía que recuerda lo que verdaderamente significa actuar. La trama nos traslada a un ficticio pueblo rural español durante la década de los 50, donde las costumbres y valores tradicionales son desafiados por un grupo de mujeres decididas a desafiar el patriarcado.

Por supuesto, "Las Cervas" no se limita a ser un relato de feminismo empoderado, aunque eso es lo que desearían hacernos creer los inputs culturales ajenos a nuestra lógica tradicional. Este film intenta vender una historia de mujeres poderosas peleando contra un sistema opresor, pero si uno sabe ver más allá del humo de las palabras bonitas, lo que en realidad encontrará es una larga lista de contradicciones y excesos.

Primero, la ambientación en un pueblo de los 50’s parece estar diseñada simplemente para legitimar un discurso reaccionario y anticuado. En vez de aprender del pasado vemos un constante bombardeo para hacernos sentir nostalgia de aquello que no hemos experimentado. De manera malévolamente astuta, el guion introduce personajes que aparecen estar 'evolucionados', pero lo hace solo para remacharlos con clichés. La película nos empuja tumultuosamente a una línea muy fina entre lo que se podría haber llamado tradicionalismo y lo que realmente es un totalitarismo disfrazado de tradicionalismo. ¡Unos auténticos visionarios!

El iconoclasta villano, Don Arturo, parece una alegoría barata de las instituciones que defienden valores tradicionales. Presentarlo como un personaje al borde del delirio es una estrategia poco elegante de demonizar lo que muchos consideran pilar de la sociedad. ¿Cual es el mensaje? Que cualquier forma de autoridad existe solo para ser socavada. Qué conveniente.

Luego, la trama presenta una gama de personajes femeninos que, mientras ostensiblemente luchan por la libertad personal, realmente terminan mostrando una imagen planificada de lo que debería ser una mujer 'libre' según los moldes de ciertas agendas. Las protagonistas, lideradas por Valeria, son de aquellas que creen que romper el techo de cristal implica lanzar ladrillos en vez de intentar subirse a la cima por sus propios medios. Un mensaje de caos transmitido en hora y media comprimida de audio y video.

La dirección de arte es, lo concedo, notable, aunque en ocasiones se pise con los mismos errores estilísticos de antaño. En varias secuencias, se genera una sensación onírica al más puro estilo de los clásicos franceses de los 60. Sin embargo, llega un momento en el que uno no puede evitar preguntarse si entre tanto simbolismo oculto al fin hay algo tangible que tomar. A pesar de todo, el simbolismo barato no termina por opacar del todo un diseño de producción decente.

El estilo narrativo es otra locura de elementos entrelazados sin lógica aparente. ¿Inteligente? No lo creo, más bien parece un rompecabezas donde las piezas jamás encajan armoniosamente. La veracidad de la historia queda constantemente en entredicho por un guion tan saturado de estereotipos que resulta ofensivo en su falta de sutileza. Poco importa si se trata de arte o de política; lo que realmente importa es la esencia de la forma. Y ahí, simplemente, falla.

Con "Las Cervas", le conceden a la autora del guion, Alejandra Blasco, la utopía de proyectar en una película todo aquello que, según la película, necesitamos para cambiar al mundo. Un cambio que, cabe mencionar, sólo responde a sus propios intereses ideológicos y que evita afrontar la verdadera realidad de cómo y por qué nos encontramos aquí. El retrato distorsionado de la sociedad lleva a que los demás consideren esos retratos como la única representación fiel posible.

Eso sí, el innegable atractivo visual encanta a muchos. Es fácil despistarse entre tanto color y vestuario exquisito. Es un trabajo admirable, creado para atraer, pero también para distraer al público de un fondo temático cuestionable. Los creadores, a través de una pomposa imagen, intentan validar una narrativa que no logra sostenerse por sí sola.

"Las Cervas" puede ser la cinta estrella para un segmento ansioso de ver historias sobre empoderamiento femenino, pero no puede escapar a la realidad de estar tan cargada de mensajes preempaquetados que deja poco espacio para la reflexión genuina. Mientras algunos se apresuran a llamar esta película una obra maestra moderna, uno debe detenerse y evaluar qué clase de ideología impulsada por mensajes repetitivos transmite realmente esta 'obra'. El cine debería ser arte, creación e imaginación, no solo un altavoz para una agenda decorada como cine de autor.