La Era Moderna: Un Desastre Progresista
¡Bienvenidos a la era moderna, donde el sentido común ha sido reemplazado por la corrección política y la lógica ha sido sacrificada en el altar del progresismo! En un mundo donde las decisiones se toman basadas en sentimientos en lugar de hechos, es hora de examinar cómo hemos llegado aquí. Desde las universidades de élite en Estados Unidos hasta las oficinas gubernamentales en Europa, el pensamiento progresista ha infectado cada rincón de nuestra sociedad. ¿Por qué? Porque es más fácil seguir la corriente que enfrentarse a la realidad.
Primero, hablemos de la educación. Las universidades, que alguna vez fueron bastiones del pensamiento crítico, ahora son fábricas de ideología. Los estudiantes son adoctrinados con ideas que promueven la victimización y el odio hacia cualquier cosa que no se alinee con su visión del mundo. ¿Qué pasó con el debate abierto y la diversidad de pensamiento? Parece que se ha perdido en el mar de la censura y la cultura de la cancelación.
Luego, tenemos la economía. En lugar de fomentar el trabajo duro y la innovación, se promueve la dependencia del estado. Los impuestos altos y la regulación excesiva sofocan el espíritu emprendedor. ¿Por qué trabajar duro cuando puedes recibir un cheque del gobierno por no hacer nada? Esta mentalidad no solo es insostenible, sino que también es un insulto para aquellos que se esfuerzan por mejorar sus vidas.
La política exterior es otro desastre. En lugar de proyectar fuerza y liderazgo, muchos países occidentales han optado por la debilidad y la apaciguación. Los enemigos de la libertad se envalentonan mientras que nuestros aliados se sienten abandonados. La falta de una política exterior coherente y fuerte solo invita al caos y la inestabilidad en el escenario mundial.
La cultura popular también ha sido secuestrada. Las películas, la música y la televisión están saturadas de mensajes políticos que promueven una agenda específica. La creatividad y el entretenimiento han sido reemplazados por propaganda. ¿Dónde están las historias que inspiran y elevan el espíritu humano? Han sido enterradas bajo una montaña de sermones moralistas.
La tecnología, que debería ser una herramienta para el progreso humano, se ha convertido en un arma para controlar y manipular. Las grandes empresas tecnológicas censuran voces disidentes y promueven una narrativa única. La privacidad es un concepto del pasado, y la vigilancia es la norma. ¿Es este el futuro que queremos?
Finalmente, la familia, el núcleo de cualquier sociedad sana, está bajo ataque. Las estructuras familiares tradicionales son ridiculizadas y desmanteladas en nombre de la "progresividad". La confusión de roles y la desvalorización de la paternidad han dejado a las nuevas generaciones sin una brújula moral.
En resumen, la era moderna, con su obsesión por el progresismo, ha dejado un rastro de destrucción en su camino. Es hora de despertar y recuperar los valores que realmente importan: el trabajo duro, la responsabilidad personal, la libertad de expresión y la familia. Solo entonces podremos esperar un futuro mejor.