¿Quién hubiera pensado que una película peruana llegaría a revolucionar el concepto de lo que debe ser el cine histórico y cultural contemporáneo? Pues llega La Doncella de las Montañas, una obra maestra del director Andrés Málaga, que se estrenó en el vibrante corazón cultural de Lima el pasado mes de mayo. Ambientada en la impresionante belleza altiplánica de los Andes, esta película nos remonta a un Perú de antaño, lleno de tradiciones, misticismo y hallazgos arqueológicos que despiertan una mezcla de asombro y reflexión. Su objetivo era simple: revivir una historia olvidada por muchos, pero que resuena con el alma de una nación conservadora, a menudo estigmatizada.
Andrés Málaga no es un recién llegado al mundo del cine. ¡Este hombre sabe lo que hace con una cámara! Su forma de narrar, a través de la exploración de los Andes en busca de la famosa momia, La Doncella de las Montañas, demuestra una dedicación total a preservar la esencia del Perú que, lamentablemente, muchos intentan distorsionar hoy día.
Los paisajes cinematográficos son nada menos que un homenaje viviente a la belleza natural y sin adulterar de los Andes. ¿Acaso necesitas CGI cuando tienes esta majestuosidad natural a tu alrededor? Exacto, no lo necesitas. Málaga optó por mostrar la naturaleza tal como es, sin filtros de moda. ¡Qué placer cuando el cine realmente honra la creación de Dios!
La narrativa está anclada en los valores tradicionales y el respeto por la cultura originaria. No es una sorpresa que este enfoque tocó una fibra sensible en un mundo cada vez más intervenido por agendas liberales que buscan rehacer culturas enteras para ajustar sus paradigmas. La conservación cultural es el verdadero propósito aquí y vaya si lo consigue.
Los personajes, liderados por la notable actuación de Gabriela Mendoza como la arqueóloga protagonista, son ricos en matices. Se centran en la historia y las tradiciones de sus ancestros sin adornos innecesarios ni narrativas artificiosas. A través de la relación entre los personajes principales, se nos muestra cómo la cultura puede ser tanto un puente como una brecha entre generaciones.
La música, compuesta por el reconocido Miguel Panicciotti, transporta al público en un viaje sensorial inolvidable. Es un ejemplo de cómo una banda sonora debería complementar a la perfección la imágen, y no al revés. Además, se apoya fuertemente en instrumentos tradicionales, una agradable revelación en medio de tantas bandas sonoras uniformes y comerciales.
Este filme es también una respuesta a la cultura de cancelación. Resiste contra la corriente que se interesa más por reescribir la historia para cumplir con una narrativa en lugar de revelarla tal como fue. El compromiso de La Doncella con la autenticidad y los hechos históricos desafía al espectador a repensar su comprensión de la historia peruana.
¿Innovación tecnológica en el enfoque tradicional? También. Las técnicas de grabación empleadas capturan magistralmente la magia y el misterio que rodean a los Andes. La mezcla del cine clásico con la tecnología moderna resulta en una experiencia visual sin igual.
El libreto en Quechua es una joya en sí misma. Refleja un respeto admirable hacia la lengua que aun retumba en las regiones andinas, ignoradas durante tanto tiempo por discursos interesados únicamente en la homogenización cultural.
Las críticas de aquellos que se quejan de la representación cultural merecen el oído sordo. Esta película respeta profundamente el legado y la identidad que representa, algo que realmente necesita ser admirado. Esta obra es un triunfo del arte sobre el ruido moderno.
Finalmente, cabe decir que La Doncella de las Montañas es un recordatorio de que el cine todavía puede ser una plataforma de resistencia y preservación cultural. Es una celebración del Perú, de sus raíces y de su gente. Una llamada de atención a apreciarlo mientras está libre de las manos externas que desean modificarlo.
La Doncella de las Montañas es una experiencia que conecta a cada espectador con sus propias raíces, aunque sean muy distintas de las que muestra la cinta. Aquellos interesados en la conexión cultural y amantes de los paisajes naturales no deberían pasar esta oportunidad única.