La Belleza de la Hipocresía Progresista

La Belleza de la Hipocresía Progresista

Este artículo critica cómo las políticas progresistas fallan en abordar las necesidades reales de las personas en el pueblo colombiano de La Belleza.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

La Belleza de la Hipocresía Progresista

En el corazón de Santander, Colombia, un pequeño pueblo llamado La Belleza se convierte en el escenario perfecto para exponer la hipocresía de la agenda progresista. En octubre de 2023, mientras el mundo se enfrenta a desafíos reales como la inflación y la inseguridad, los progresistas están más preocupados por imponer su ideología que por resolver problemas tangibles. En La Belleza, un lugar donde la gente valora el trabajo duro y la familia, se puede ver claramente cómo las políticas progresistas fallan en su intento de mejorar la vida de las personas.

Primero, hablemos de la obsesión progresista con el cambio climático. En La Belleza, la gente ha vivido en armonía con la naturaleza durante generaciones. Sin embargo, los progresistas quieren imponer regulaciones que asfixian la economía local, todo en nombre de salvar el planeta. ¿Realmente creen que un pequeño pueblo en Colombia es responsable del calentamiento global? Es una táctica para desviar la atención de los verdaderos problemas económicos que enfrentan las familias trabajadoras.

Luego está el tema de la educación. Los progresistas insisten en que la educación debe centrarse en la "inclusión" y la "diversidad", pero en La Belleza, los padres quieren que sus hijos aprendan matemáticas, ciencias y habilidades prácticas que les permitan prosperar. En lugar de eso, se les impone un currículo que prioriza la ideología sobre el conocimiento. ¿Cómo se supone que los niños competirán en un mundo global si están más preocupados por los pronombres que por los números?

La seguridad es otro tema candente. Mientras los progresistas abogan por la desfinanciación de la policía, en La Belleza, la gente sabe que una comunidad segura es una comunidad próspera. La presencia policial es esencial para mantener el orden y proteger a los ciudadanos. Sin embargo, los progresistas prefieren centrarse en los derechos de los criminales en lugar de las víctimas. ¿Cómo se puede justificar esto cuando las familias temen por su seguridad?

La economía es otro campo de batalla. Los progresistas promueven políticas que ahogan a los pequeños negocios con impuestos y regulaciones. En La Belleza, los emprendedores luchan por mantener sus puertas abiertas mientras el gobierno les impone cargas innecesarias. En lugar de fomentar el crecimiento económico, estas políticas solo sirven para aumentar la dependencia del estado. ¿Es eso lo que realmente quieren para el futuro de sus hijos?

La libertad de expresión también está bajo ataque. En un mundo donde los progresistas controlan la narrativa, cualquier opinión que no se alinee con su agenda es rápidamente silenciada. En La Belleza, la gente valora la capacidad de hablar libremente y expresar sus opiniones sin miedo a represalias. Sin embargo, los progresistas prefieren censurar y cancelar a aquellos que se atreven a desafiar su dogma. ¿Es esta la sociedad abierta y tolerante que prometen?

Finalmente, está la cuestión de la identidad nacional. Los progresistas parecen avergonzarse de su propia cultura y tradiciones, promoviendo una visión globalista que diluye las identidades locales. En La Belleza, la gente está orgullosa de su herencia y no quiere que se les diga que deben avergonzarse de ella. La diversidad cultural es algo que debe celebrarse, no eliminarse en nombre de una falsa unidad.

En resumen, La Belleza, Santander, es un microcosmos de cómo las políticas progresistas fallan en abordar las necesidades reales de las personas. Mientras los progresistas están ocupados promoviendo su agenda ideológica, las familias trabajadoras luchan por salir adelante en un mundo cada vez más hostil a sus valores. Es hora de que se escuchen las voces de aquellos que realmente entienden lo que significa vivir en armonía con la naturaleza, valorar la educación práctica, mantener la seguridad, fomentar la economía local, defender la libertad de expresión y celebrar la identidad cultural.